sábado, junio 23, 2012

TREMENDO GOZO




 


parafraseo el título del maestro ortiz nuevo para hablar de tres cosas que me han tocado y mucho últimamente como espectador. dos de ellas son del mismo artista (un cd y un recital), la tercera es teatro.
empiezo por el teatro:
a finales de mayo, un miércoles, fui a ver l´ombra al meu costat, una función del T6. el T6 un proyecto que ya quisiéramos tener por aquí abajo: se eligen varios dramaturgos jóvenes (esta juventud amplia, por cierto, en la que gente con casi cuarenta aún somos jóvenes). a esos dramaturgos se les encarga un texto y a dirección del mismo, que se monta en el teatro nacional de cataluña y la obra se representa allí durante un mes. 
l´ombra al meu costat (la sombra en mi costado, traduciendo así a lo bruto) está escrita y dirigida por marilia samper y gira en torno a la desaparición de una adolescente y las consecuencias en su familia (un matrimonio sin más hijos que ella) que enlaza con un par de historias más: un padre y su hijo aislados por la ausencia de una madre muerta demasiado pronto y, contrapunto necesario, una pareja de ancianos al final de su vida, pero tan enamorados como el primer día (o más).
me senté a verla junto a la autora y directora que es además amiga. como la función es en catalán, ella me había pasado el texto en castellano previamente. escrita me había gustado. 
cuando la función terminó y las luces del público se encendieron, marilia pensó "no le ha gustado" porque yo era incapaz de articular palabra. y no lo era porque (y no es frecuente) había sucedido el milagro de la verdad teatral. ya lo he dicho alguna vez: el teatro no gusta, no emociona, el teatro cuando es de verdad acojona, duele. y eso me pasó. me dolió ver esa historia que llena de titulares los informativos: chica/o desaparecida/o que la familia busca y rebusca temiendo lo peor (lo peor es  la violencia ciega contra ella/él y la violación y todo el horror de sólo imaginarlo) pero sin perder la esperanza de lo mejor (una simple travesura de adolescente de irse por unos días). pero los titulares no son nada, lo que importa son las consecuencias concretas y cotidianas de esos titulares y aquí están narrados sin piedad. 
la autora sortea los peligros de melodrama que acechan a la historia gracias al texto seco y a una puesta en escena sencilla que hace fluir la las tres historias aprovechando el código de lo teatral para que el clima emocional que ha dejado cada escena quede como eco en la siguiente. tiene por cómplice una escenografía tan "seca" como los diálogos y que consigue ser metáforica sin ser pedante. un vestuario que, como el espectáculo pide, pasa desapercibido o sea es perfecto. una música que siempre va a favor y una iluminación que es capaz de sortear las limitaciones que impone la escenografía sin que se note y da la atmósfera acertada en cada escena y es cómplice de ese suave fluir del tráfico escénico.
y, claro, la clave de un trabajo así: unos actores que se comprometen con su trabajo y con la historia sin concesiones. todos están bien, muy bien. los dos ancianos (Oriol Genís i Àngels Poch) cumplen su rol de ser contrapunto a la crudeza, a la par que lidian con un texto intencionadamente ligero de acción dramática sin que se note. el padre viudo y su hijo (David Vert i Òscar Castellví) son capaces de navegar por esos diálogos que usan la reiteración como recurso expresivo sorteando cualquier atisbo de monotonía. la hija que hace un "más difícil todavía": es capaz de quedársenos en la memoria la hora y cuarenta de función por la ligereza y el encanto que aporta a esa primera escena de presentación de la familia más feliz de la tierra. una joya que vuelve a demostrar que no hay papeles pequeños.  un mendigo al que es fácil acusar por ser el otro (Albert Prat) que es capaz de contar con sus silencios más que con sus palabras y que tiene la línea de la función (cito de memoria): qué animal ha podido hacer esto?, le pregunta la madre. él responde: sólo un hombre puede hacerlo. y unos padres (Àlex Casanovas, Cristina Plazas) que soportan el terrible drama sin caídas en el sentimentalismo y sin descanso. él haciendo un  trabajo complicadísimo: ir a remolque dramáticamente de la acción que marca  su mujer (que sería la "heroína" del drama) sin perderse ni desaparecer. y ella que hace un enorme trabajo, sin subrayar ni una línea de su texto, sin que su ego gane la partida a la fidelidad al personaje y a la historia. así, haciendo sólo lo que tiene que hacer, logra uno de los momentos que más me han dolido como espectador cuando esa mujer "reniega". (los que  conocen la historia saben de lo que hablo, los otros mejor la leen o la ven cuando vuelvan a representarla (espero que lo hagan). 
así que ha vuelto a pasar. gracias.