domingo, mayo 14, 2006

Cuando la ameba siente que la vida le aprieta, cuando la perplejidad no le salva, cuando todo es dolor, se dedica a dormir más de la cuenta. En los pocos ratos en que está despierta, suele estar sentada en el vate. Y, sentada en el vate, le dice al guitarrista del bidé: - El cuatro por arriba, maestro. Y la ameba canta. Canta: Yo no soy de esta tierra ni conozco a nadie. El que lo hiciera, el que lo hiciere bien con mis niños que Dios se lo pague. Todo literal. Autobiográfico. No importa que la ameba sea agnóstica. No importa que no pueda tener hijos La ameba suele tirar de la cadena en cuanto acaba esta letra. Luego le pide por favor al guitarrista que se levante para poder utilizar el bidé. Mientras tanto, el guitarrista deja la guitarra en el vate y se lava las manos. Seguidamente, la ameba vuelve a pedir permiso al guitarrista y también se lava las manos. Y se siente por un momento Poncio Pilatos o Margarita. La ameba no termina de sentirse bien. Maestro. Coge la guitarra y se la parte en la cabeza al guitarrista

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