sábado, septiembre 06, 2008

diario de la ameba

1 de mayo o el cansancio La ameba se cansa mucho de ser una personita tan seria y tan triste en su cuaderno. No se reconoce. Su vida es mucho más divertida y mucho más dura que ese apacible estado de digna desesperación. Por eso, la ameba subraya y luego copia tres anotaciones hechas en papeles sueltos y los llama cuentos verídicos: 7 de mayo o las gestiones La ameba se levanta temprano, hoy sí, y va al INEM. Le dan un papel y sale. La ameba vomita en la puerta. No lo puede evitar, después de cada gestión tiene que vomitar. Ésta es una mañana de gestiones. A la ameba no le disgustan las mañanas de gestiones. A la ameba le gustan las mañanas de gestiones. Lo que pasa es que vomita.
10 de mayo o los picos La ameba, algunos días, se siente toda una artista. Estos días, la ameba no se levanta de la cama y escucha a Glenn Gould tocando a Bach. Pero no era eso. Otra mañana de gestiones. Quizá por culpa de esas mañanas en que no se levanta, otras veces hace cosas que luego hace pasar por obras de arte y que, alguna vez, incluso le pagan. En fin, la ameba hizo un trabajo cultural que le deben, bueno, no se lo deben entero, sino que le deben, vamos, hay un resto que le queda por cobrar, un fleco del contrato una diferencia de criterios una confusión entre bruto y neto una mala jugada del IRPF o, como dice muy hábilmente la muchacha secretaria, un pico. Así que esa mañana la ameba va a la empresa que gestiona brutos, netos, flecos, IRPF y picos culturales. La ameba se sienta frente a la muchacha secretaria: - Vengo a por mi pico. La muchacha solemne y bonita mira a la ameba. - Un momentito, por favor. La muchacha secretaria revuelve en una carpeta y le da un papel llamado cheque o talón porque, aunque sea un pico, es un pico gestionado. La ameba se despide de la muchacha y se encamina a la salida. En la puerta, vomita más de lo acostumbrado porque es un vómito cultural. La ameba cobra el cheque. La ameba compra tabaco y fuma. La ameba coge un coche prestado y se va al cine. Aparca muy cerca de la taquilla y allí hay un gorrilla o aparcacoches. El gorrilla abre la puerta del coche (prestado) y le dice buenas tardes, buenas tardes le dice la ameba y lo mira solemne y rolliza, el gorrilla insiste en el buenas tardes, la ameba insiste en su solemnidad, la puerta sigue abierta, el gorrilla la agarra con la mano, la ameba tiene un pie dentro y un pie fuera; el gorrilla musita buenas tardes con un subtexto digno de Lawrence Oliver o su discípula Jamy, la ameba susurra buenas, buenas, el gorrilla no da crédito, la ameba no da un paso, la ameba cierra los ojos: claro, a esto se refería Tarkovski con lo de esculpir en el tiempo, la ameba esculpe, el gorrilla escupe, el gorrilla comenta qué tal, la ameba bien, bien, aquí, ya ves, el gorrilla se quita la gorra, la ameba mete la mano en el bolsillo y le da al gorrilla un fleco, un bruto, un pico, un IRPF, o un neto. La ameba se aburre mucho en la película y piensa: del pico de la Empresa Pública le he dado un fleco a tabacalera, un IRPF al del cine y le he dado un resto al gorrilla para un pico, o piensa: libre circulación del capital: acabo de fortalecer los vínculos entre dos mercados, heroína y cultura, mejor, acabo de proporcionar a un hombre un pico gestionado para que él haga su gestión conveniente, espero que no vomite. La película es Happiness. La ameba tenía una cita con un hombre al salir del cine. El hombre no llegó. La ameba no folló. La ameba volvió muy triste a casa. Pero eso, como siempre, es lo de menos. 11 de mayo o tarkovski La ameba llama por teléfono a un amante. Busca el consuelo de otra piel, de otro cuerpo con el que luchar, poseer, ser poseída. La violación como juego, la angustia como impulso, la vida como treta, polla, coño, os daré por el culo y me la mamaréis, mamón de Aurelio y marica de Furio. En fin, la ameba descuelga una cabina y echa doscientas pesetas porque hoy día casi todos los amantes tienen teléfono móvil. Los móviles de los amantes a los que ameba recurre en momentos como éste (piel, cuerpo, lucha, posesión, juego, angustia, violación, excusa, angustia, angustia) están casi siempre fuera de cobertura. La ameba cuelga, pero la cabina no le devuelve el dinero (200 pesetas). Enfadarse es inútil. Pasa demasiadas veces. La ameba hace cuentas otra vez: cada semana, las cabinas dejan de devolverle unas 1.300 pesetas. Las cabinas no le devuelven el dinero porque hay hombres y mujeres que la trucan para quedarse con él. Esos hombres y mujeres casi siempre usan el dinero para comprar heroína. Son yonquis. Esos hombres y mujeres no suelen ser amantes de la ameba. A la ameba le encanta la idea de que se gasta unas mil quinientas pesetas a la semana en heroína. La ameba reflexiona: ayer estuvo de gestiones, una cabina dejó de devolverle trescientas pesetas, y otras mil que dio a gorrillas diversos (estaba generosa), más las setecientas que le dio al yonqui del barrio. La ameba se sienta y enciende un cigarro. - Ayer morí de sobredosis.

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