viernes, enero 02, 2015

ROMALACABEBERABECRIOLELROSO

¿Te acuerdas de los días en Tavira?
¿Te acuerdas de los desayunos en aquel lugar que estaba en un rincón de Madrid que nunca pudiste colocar en el mapa?
¿Te acuerdas de tus rodillas flaqueando cuando ella te pidió al oído que te fueras a dormir a su casa?
¿Te acuerdas de cierta plaza en la que las palomas atacaban la comida de los veladores y tu convicción de que lo que sentías era para toda la vida?
¿Y recuerdas el poema de Ernesto Cardenal que leíste en un taller de poesía cuando tenías dieciséis años? “De estos cines, Claudia…”

¿Recuerdas aquellas tres vueltas a las rotondas que hay justo antes de Conil?
¿Recuerdas aquel minuto en el mirador de San Nicolás?
¿Recuerdas cómo la miraste en Parma y en Turín?
¿Recuerdas un vestido negro y el sabor de ciertos besos?
¿Recuerdas aquella madrugada sentado en un portal de la calle José Maluquer esperando en vano a que ella viniera?
¿Recuerdas ese viaje a Úbeda los dos solos en el autobús de línea aquel 1 de enero?
¿Recuerdas el tictac del reloj?
Escribe sus iniciales,
míralas,
como una fila de cerillas puestas en fila;
las más cercanas todavía queman.
Eso eres tú.
Eso ya no eres tú.
Y otro montón de cerillas en la caja,
esperando a arder,
esperando iluminar fugazmente la galaxia. 

Escribe las iniciales de ellas:
ROMALACABEBERABECRIOLELROSO
Como un jeroglífico sin piedra roseta: 

Esto es la vida.
Y la gente duerme.
Y la gente se despierta.
Y el universo permanece intacto.

David Montero






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