jueves, julio 15, 2010

programa bailes alegres para personas tristes

BAILES ALEGRES PARA PERSONAS TRISTES Tres paseos entre la alegría y la tristeza que, por acumulación y accidente, se hacen crónica del encuentro entre un yo y su otro o, por mejor decir, entre dos imágenes o fantasmas de uno mismo. Prólogo: “Etico de pena” (Alegrías con silencio) Entre Cádiz y Galicia Paseo 1: “Beatus ille” De Comares (Málaga) a Puerta Tierra (Cádiz) pasando por Alosno. Interludio: “En mí no reina alegría” Entre Huesca y Cantabria Paseo 2: “El corazón de pena” De Los Puertos a La Habana pasando por el barrio de Santiago Paseo tercero: “El gran espejo” Tangos, tientos, cartagenera y muñeira De Triana a Huesca pasando Cartagena. Epílogo: “El agua no la aminoro” (Alegrías sin silencio) Entre Salamanca y La Viña Baile: Belén Maya y Olga Pericet Cante: José Valencia, Miguel Ortega y Jesús Corbacho Guitarras: Javier Patino y Antonia Jiménez Diseño iluminación: Ada Bonadei Edición musical y ambiente sonoro: David J. Fonseca Coreografía: Belén Maya y Olga Pericet
Diseño vestuario: Yaiza Pinillos Dirección musical y dramaturgia: David Montero Dirección: Juan Carlos Lérida En Bailes alegres para personas tristes Belén Maya se mantiene fiel a sí misma (es decir, a la búsqueda y a la colaboración) y propone un espectáculo a medias con una de las bailaoras más personales de su generación: Olga Pericet. Partiendo de la dualidad alegría-tristeza, se vuelve la mirada al propio concepto de “encuentro con el otro” entendido como desafío a la propia identidad, como ensayo de nuestros límites. A partir del contraste y las coincidencias entre Maya y Pericet, se indaga en todas las vertientes de la relación con el otro: la catástrofe y el milagro que es toda interacción humana: el otro como amenaza, como necesidad, como espejo en el que mirarse, como cristalización de lo que negamos de nosotros mismos, como oportunidad de crecer. El espejo en que te miras Te dirá cómo tú eres, Pero nunca te dirá Los pensamientos que tienes Dos bailaoras frente a frente como ante un espejo que te devuelve tu imagen (el fantasma de tu identidad), pero también un espejo vacío o roto en mil pedazos. David Montero

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