lunes, abril 06, 2009

la perspectiva camarera

trabajando enn el bar, llega unm hombre: cuarenta y cinco años, moreno, bajito, cara de pueblo de alrededor de sevilla (bormujos, umbrete,...), ese especimen sevillano moreno con ojos verdes (no necesariamente guapo, pero a veces) del que (perdón por el "campo semántico" en que me meto) sería paquirri. el hombre se planta en la esquina de la barra y se queda quieto, muy serio. yo lo miro mientras preparo el café con leche con esa envidiable apertura visual que te da trabajar tras la barra, la pespectiva camarera. en la mano lleva una bolsa que no aprecio bien desde lejos. llevo el café (con leche, largo de café, con la leche templadita...) y me piden otro, por el camino miro al hombre que me mira y no me pide. preparo el café y allí sigue: quito y serio con su bolsa de lo que fuere a la altura del pecho; un poco mostrándola, un poco abrazándola.
pongo el siguiente café (cortado, con muy poca leche, "casi ni bautizado" -sic-) y ya me acerco al hombre y le pregunto qué quiere:
- ¿cafelito?
el hombre niega.
hay un silencio pequeño como un gesto. el hombre muestra el paquete y dice o recita:
- picos la fábrica. los mejores del mundo desde 1942.
hay otro silencio que rompe un cliente: cuando pueda, por favor.
yo ignoro al otro cliente y le pregunto al hombre quieto:
- ¿me está vendiendo usted los picos?
él asiente.
- yo no puedo comprar, compra el encargado y no está.
- vale, adiós.
- hasta luego.
el día sigue hasta que a la diez llega el cambio de turno. como cada día, me tomo una cerveza y me voy a casa.

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