lunes, marzo 02, 2009

Vamos a ver si nos entendemos. Esto es como los mecheros. Los mecheros son muy útiles, por eso, todo el mundo intenta tener por lo menos un mechero. Pero, claro, uno no tiene una cantidad estable de mecheros. Es más, el número de mecheros que uno posee es una de las variables más irregulares que existen. Es imprevisible, casi tanto como un átomo radioactivo. Pues eso. Es como si uno llegara alegre o triste a casa por la noche dependiendo del número de mecheros que traiga de vuelta. Número que fluctúa entre cero y cincuenta, para no ser exagerados. Muy alegre igual a cincuenta mecheros, muy triste igual a cero mecheros. No. Eso no tiene sentido. ¿Por qué? Porque no depende de uno. Los mecheros tienen voluntad propia, igual que los átomos radioactivos. Deciden irse con uno o meterse en el bolsillo de otro por capricho. Ya lo decían los romanos: Quid pro quo. Traduzco. Quid: no hay, pro: ladrones, quo: de mecheros. No hay ladrones de mecheros. Por eso, no hay que agobiarse, igual que van, vuelven a nosotros, ¿verdad? Pues no, no tengo. ¿Alguien me da fuego?

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