viernes, septiembre 11, 2009

el tiempo y sus secuaces

desde el 31 de mayo sin escribir.
si puedes no escribir, no escribas...
sucédaneos de onetti o de bolaño en horas bajas.
el ruido del aire acondicionado de esta biblioteca
la espalda de una chica que estudia
mi cartera encima de la mesa
un cuaderno de dibujo
sin dibujos
y con letras:
"electra-bloque 1-el bonzo (hospital)-bloque 2-
diagnóstico+isla - sueno+carta - gran espejo-
violencia"
un dolor del lunes que sigue doliendo el viernes
un boli que no he usado en toda la mañana
un poco de ganas de llorar
como un afeminado de película española de los 70
no quiero olvidarme de respirar
un hombre que admiraba a los dragones, tanto que tenía su casa llena de pinturas de dragones, su cuerpo de tatuajes de dragones, su cuaderno de poemas sobre dragones o con dragones. un día, el dios de los dragones, mandó un dragón a su casa en agradecimiento. cuanto el dragón asomó por la ventana, el hombre gritó y murió de un ataque al corazón.
esto me recuerda aquella cita de magris sobre las flores de verdad y las flores de papel o sobre las flores naturales y las flores artificiales, ahora no lo recuerdo bien.
al final, todos moriremos.

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