jueves, agosto 19, 2010

principio de epifanía en 1975 (obra en proceso de escritura)

Hay que reconocer una cosa: el tiempo es un puto humorista. El mejor de todos los putos humoristas que conozco. Hace chistes todo el “tiempo” (valga la redundancia) y, en ellos, a parte de darnos oportunidades para partirnos el pecho o los cojones de risa, nos regala algunas enseñanzas simples y demoledoras sobre la condición humana.

Pero si hay una época en que el tiempo se da golpes a sí mismo en la espalda felicitándose por la de oportunidades que se le ofrecen para hacer chistes de partirse el culo y las mandíbulas y las tetas y las uñas de los pies de risa es aquella en la que los humanos sueñan con cambiar el mundo

Pensando en esto, se me ocurrió escribir una obra de teatro en clave de circo sobre la Transición Española. Porque esta época le ha dado al tiempo para unos chistes de partirse el pecho y las hemorroides. Así que empecé a inventar una historia aleccionadora y divertida sobre la época. En ella, Franco era un malabarista y Carrero Blanco un funambulista y Arias Navarro un prestidigitador y… Bueno, creo que ya captan de qué iba el rollo. Pero no me convencía mucho el resultado. Cuando estaba a punto de dejarlo, me topé con la historia de mi tío Epifanio. Yo no había escuchado hablar de él nunca. Y, de pronto, ahí estaba. El cuarto por la izquierda en la foto de boda de mis padres: Epifanio Montero. Qué pena, yo siempre sospeché que el de la foto era el amante de mi padre. Su historia tiene poco que ver con la revolución y los chistes que hace el tiempo a costa de ella. Pero qué coño, la familia es la familia. Hice entrevistas a los cuatro que todavía se acordaban de mi tío antes de que la palmaran. Y, entre eso y mi imaginación, he escrito el guión de un documental, pero para hacerlo en teatro, no en cine. Una cosa moderna y enrollada. Vanguardia total. Como Zelig o el National Geographic, pero en teatro: trozos de lo que me contaron los que me contaron y los he mezclado así un poco al tuntún con cómo me imagino yo que les pasaron las cosas a mi tío.

Si mi tío me viera, me comería el nabo de admiración.

Empiezo por los nombres de los personajes con encabezamiento en latín, que siempre queda muy bien.

Dramatis personae

Epifanio Montero (mi tío)

Blas Gómez (el amigo de mi tío)

Doña Concha (la dueña del Café España, que era donde tomaban el menta poleo todas las tardes mi tío y su amigo)

Don Francisco (crítico teatral, que publicó la primera crítica sobre la obra de mi tío y que tras escribirla se retiró de la profesión y que, a día de hoy le sigue teniendo un coraje a mi tío que yo no me explico)

Forense eslovena

Sevilla, domingo 9 de agosto

David Montero

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