viernes, diciembre 05, 2008

BORRACHO 7: Pues yo, la vez que yo me acuerde que más bebí y que más borracho me puse fue en el entierro de mi primo Manuel. Mientras estábamos en la iglesia, a mí me dio por pensar en la muerte. Me dije: fíjate, ayer mismo, tu primo Manuel estaba tomándose una cervecita contigo contándote que se había alquilado un apartamento en la playa para el mes de agosto. Y ahora da igual el apartamento en la playa, da igual la cervecita y da igual de todo. No somos nadie. Fue en noviembre. Sí, mi primo era muy previsor. ¿Y para qué le sirvió prevenir las cosas con tanta antelación? Para nada. Para perder la señal que había dado por el apartamento en Chipiona. Eso es la vida. Porque yo quería mucho a mi primo, estábamos muy unidos, ya digo, el día anterior habíamos estado juntos. Y para mí fue como si me hubiera caído una bomba encima. Y pensando esas cosas y hablando de la vida y de la muerte con mi tío Manuel, el padre de mi primo Manuel, empezamos a beber aguardiente y más aguardiente, y seguimos hablando de la vida, de las cosas de la vida, allí, en el bar de al lado del cementerio. Y nos emborrachamos tanto que compramos dos botellas más de aguardiente, nos metimos en un taxi y nos fuimos a Chipiona. Llegamos a la playa y hacía un frío de morirse. Claro, es que era otoño, otoño, casi invierno ya. Y allí seguimos, bebiendo y hablando de la vida y de la muerte, de esa cosas, hasta que subió la marea y nos mojó. Y nos dio igual que nos mojara. Eso es todo. Brindo por mi primo Manuel, porque Dios lo tenga en su gloria. Buenas noches.

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