martes, diciembre 02, 2008

la mujer del peluquero

Sonido de tren sobre el oscuro. Peluquería. Entra la Ella con su maleta en la mano y mirando todo con curiosidad. Ella. Hola. Peluquero. Hola. Ella. ¿Cómo se llama esta ciudad? Peluquero. Peluquería. Ella. Bonito nombre. El peluquero la sienta en un sillón con secador y la pasea por todo el espacio. Se detiene en frente de un espejo sin cristal. Luego, saca una tijera inmensa y va cortando el aire alrededor de su cabeza. De vez en cuando, se aleja para contemplar su trabajo. Peluquero. Oh, hermoso, sublime. Vuelve a cortar el aire. Peluquero. (Ofreciéndole las tijeras.) Ténmelas. Ellas la coge. Él da la vuelta y se coloca al otro lado del espejo. Coge tres cajas de zapatos. Peluquero. Elige una. Ella. Ésta. Peluquero. ¿Ésta? Ella. No, ésa. Peluquero. ¿Ésa? Ella. No, aquella. Peluquero. ¿Aquella? Ella. No, la otra. Peluquero. ¿Cuál? Ella. Ésta. Peluquero. ¿Ésta? Ella. No, ésa. Peluquero. ¿Ésa? Ella. No, aquella. Peluquero. ¿Aquella? Ella. Sí. Ábrela. Peluquero. ¿Seguro? Ella. Pues… Peluquero. ¿Ésta entonces? Ella. No, ésa. Peluquero. ¿Ésa? Ella. Aquella. Peluquero. Aquella. Ella. La otra. Peluquero. La otra. El peluquero, en mitad del juego, pone una caja encima de la otra y sale por un lateral. Ella. ¡Eh! ¿Dónde vas? El secador empieza a funcionar. Ella ríe sin medida. Pasa de la risa al llanto sin solución de continuidad. Ella. Hay un momento del día o del viaje en que te preguntas si merece la pena. Así estoy yo. He leído libros que describen minuciosamente este estado. Hablan de ropas polvorientas, de la maleta vacía, de flores arrancadas, del reloj y sus miserias. Los libros dan soluciones: asomarse a la baranda del cielo, vaciar las botellas en los husillos, volver a casa. Pero yo estoy feliz. Creo que se viaja para llegar aquí. A esta peluquería. Vuelve el peluquero. Peluquero. (Se arrodilla.) Te amo. Cásate conmigo. Ella. ¿A qué hora? Peluquero. A las seis y media. Ella. A ver. (Mira su reloj.) Oh, me temo que no me daría tiempo a comprarme el vestido. Peluquero. Da igual. Ella. ¿Que da igual? Si me quisieras, no dirías que da igual. Peluquero. Sí te quiero. Ella. No me quieres. Peluquero. Sí te quiero. Mira. Se coloca al otro lado del espejo. Peluquero. Te amo. Cásate conmigo. Ella. Sí. Peluquero. (Asomándose desde el espejo.) Por el poder que se me ha concedido, yo os declaro marido y mujer. Puede besar a la novia. Vuelve detrás del espejo, cierra los ojos y ofrece sus labios para el beso. Ella le ofrece la mano. Al rato, él abre los ojos y se rinde. Peluquero. Ya no me quieres, ¿verdad? Ella. Pues… Peluquero. Dime la verdad. Ella. No es eso, es que… Peluquero. Si me quisieras… Ella. Llevas razón. Ya no te quiero. Peluquero. Lo sabía. ¿Hay otro? Ella. Verás… Peluquero. Dilo. Ella. Yo… Peluquero. Lo hay. Ella. No es lo que parece. Peluquero. ¿Vas a tirar por la borda un minuto de relación por una simple aventura? Muñeca. No llores. Peluquero. No me digas lo que tengo que hacer. Muñeca. Ríete. El peluquero ríe. Muñeca. Ya. El peluquero deja de reírse y canta la canción del adiós. Peluquero. Adiós es una palabra que tiene cinco letras, la primera es bonita y la última muy fea. Muñeca. Podemos seguir siendo amigos. Peluquero. Lo siento, esta ciudad es demasiado pequeña para los dos. Muñeca. ¿Estás seguro? Peluquero. Completamente. Ella se levanta y coge su maleta. Quiere darle un beso, así que cierra los ojos y ofrece los labios. El peluquero ofrece su mano. Tras unos segundos, ella abre los ojos y se rinde. Camina de espaldas, sin dejar de mirarlo. Justo antes de salir, se detiene. Muñeca. Nunca te olvidaré, ex-esposo mío. Peluquero. Yo ya te he olvidado. Muñeca. ¿Quién eres? Me suena tu cara. Peluquero. Soy… Ella dice adiós con la mano, pero no se va. Él coge su tijera y corta el aire. Peluquero. (Para sí.) Bueno, la vida sigue. La vida sigue. Tengo muchas obligaciones y no puedo detenerme por un simple amor. Porque ¿qué es el amor? Menos que un resfriado, menos que un chaparrón. Es tan poca cosa como un cáncer o una amputación. (Se conmueve.) Pero la quería tanto. ¿Qué voy a hacer sin ella? (Solemne.) Como alcalde de peluquería, declaro tres días de luto nacional. Las banderas ondearán a media asta, los pájaros no cantarán y… y… Y todo eso. Oscuro

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