jueves, diciembre 11, 2008

todos los síntomas son una especie de geografía; llevan a una persona en ciertas direcciones, la conduden a determinados lugares y no a otros. son un programa de cosas que hay que evitar, una serie de señales de advertencia. puedo ser abiertamente fóbico, u obsesivo, o retorcidamente histérico; da igual, mis síntomas trazan los límites de mi vida: me limito a cierta clase de situaciones, me acerco a ciertas personas pero tomo precauciones con otras. como padres ansiosos, mis síntomas me vigilan; mi sufrimiento me proporciona estabilidad. cada segundo que pasa, la vida está metamorfoseándose, las células del cuerpo mueren y se reproducen a una velocidad impresionante en el constante empuje hacia la desintegración física; no obstante, la experiencia nos dice que, al menos en ciertos ámbitos de nuestra vida, hay algo de certeza en este turbulento oficio de vivir (cuando es insoportable, nos sentimos "atascados"; cuando es reconfortante, lo llamamos hábito). el factor inevitable del cambio encuentra su aparente contreapeso en la naturaleza ineludible de los síntomas. hay partes de nuestra vida -las preocupaciones eróticas las inclinaciones profesionales, muy por encima de la comida o el ocio- en las que no hacemos otra cosa que repetirnos, pro no decir, literalmente, citarnos. por eso, el no siempre obvio placer que producen los síntomas -aunque sólo sea por ironizarse a sí mismos como "personajes"- plantea siempre la cuestión de por qué, en un momento de la vida, queremos perder un pasatiempo tan abosrvente y sobrecogedor, desembarazarnos de una preocpuación tan fascinante.
cuando alguien finalmente pide ayuda, su actitud con el tiempo (el tiempo de su vida) y el espacio (los lugares o situaciones en los que puede participar) ya está cambiando. al síntoma extraño se le pide que se convierta en comunicación, en mensaje provechoso, para así reclutarlo en favor de proyectos en desarrollo en lugar de utilizarlo para bloquearlos o sabotearlos. tiene que haber algo que uno quiera bastante y que el sínoma frustre, y esa obstrucción debe haberse vuelto insufrible. (...) en otras palabras, el síntoma, si funciona, si se vuelve lo bastante insoportable, nos fuerza a reconocer que tenemos proyectos. hay ciertas cosas que, por alguna razón, parecemos desera realmente. el síntoma nos fuerza a reconocer aquello de lo cual no podemos escapar.
(...)
el escepticismo es un refugio de la convicción y la convicción es un refugio del escepticismo. cada uno de ellos es un alivio de la tiranía del otro, pero esas dos partes de nosotros mismo, esos dos papeles que podemos interpretar, siempre se envidian mutuamente y suelen creer, en secreto, que es la otra la que la salvará, la que podría ser la más feliz. por eso, nunca deben encontrarse, porque temen a la conversión y para ambas la conversión es la única forma de cambio. de hecho, es la sospecha mutua lo que las sostiene y fortalece. en otras palabras, las dos exaltan el riesgo para no tener que arriesgar.
adam philips. la caja de houdini (sobre el arte de la fuga).

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio