los manchado y el planeta de los simios 1
Durante el mes de agosto, los amigos de la palabra itinerante me invitaron a participar en el ciclo que vienen organizando en verano en el alamillo. este año iba sobre los machado y allí leí un texto que es a un tiempo una excusa para enjaretar coplas flamencas de los tres machado (padre e hijos) y un cuento o similar que iré colgando por partes. Aquí va la primera.
Buenas noches. Muy buenas noches. En primer lugar quiero agradecer a la NASA, la NATO, la UNESCO, la FAO, el FMI, el COI, el COU, la EGB, la FP, el PTVB, el HIJKLMNÑO y el Real Betis Balompié que me hayan invitado a este simposio de recuperación de cosas perdidas. He escuchado todas las investigaciones sobre cosas desaparecidas con mucho interés. En especial las que han tratado sobre el tapicero y la información meteorológica. Como todos ustedes han podido leer en el programa, a mí me toca hablar sobre la desaparición del cante gitano. Sé que esto es mucho menos interesante que lo anterior, pero a cada uno le toca lo que le toca y a mí me ha tocado esto. Así que voy a ello:
Supongo que ustedes ni siquiera han escuchado hablar del cante gitano, pero existió. Eso lo puedo jurar porque, aunque yo no llegué a escucharlo, ni mi padre tampoco. Un tío de mi tío lo escuchó una vez y el abuelo del tío de mi tío hasta lo cantaba. O sea, que el cante gitano existió y luego dejó de existir. Como la información meteorológica, como el tapicero, como las gramolas. Hasta aquí estamos de acuerdo. Pero ¿cómo era? Yo no lo sé.
Esto es lo que hay. Bueno, lo que había y que desapareció. Y la cosa, al parecer, se veía venir. Porque ya en 1881, un tal Antonio Manchado y Álvarez, Demófilo, escribió un libro: Colección de cantes flamencos. Y en él advertía: “Los cafés (…) acabarán por completo con los cantes gitanos”. Eso decía el hombre. O sea, que, según él, ya entonces el cante gitano tenía los días contados. La gente no le echó cuenta al pronóstico, como tampoco le echaba cuenta al pronóstico del tiempo y por eso quitaron la información meteorológica. Por lo visto, Demófilo era un poco pesimista porque el cante gitano aguantó un par de siglos más. Pero terminó por desaparecer. Por eso, estamos hablando ahora de él en este simposio y por eso no tenemos ni puñetera idea de cómo era. Sin embargo, en el libro, Antonio Manchado y Álvarez, a parte de pronosticar su desaparición, recogió las letras de esas canciones que cantaban los gitanos. Y yo me dije: igual leyendo esas coplas, sacamos algo en claro. Y las leí. Y ahora las voy a leer para todos ustedes.
Dios mío, ¿qué será esto?
Sin frío ni calentura,
Yo me estoy cayendo muerto.
Ensoñé con el deseo:
Son mis fatigas tan grandes,
Que estoy durmiendo y te veo.
Er queré que me mostrabas
Era porvito y arena
Que el aire se los llevaba.
¿Qué por lo que quieras pase?
He repasaíto mis libros
Cuentas me tiene er dejarte
¡Quién había de decir,
Que una cosita mu durse
Tuviera amarguito er fin!
Tengo yo un pozo en mi casa
Y yo me muero de sed
Porque la soga no alcanza.
Toa la noche sin dormí
Sentaíto en mi petate
Acordándome de ti.
Ya mi cuerpo no cae en cama
Siempre estoy con el oído
Por ver si a la puerta llaman.
Cuando te encuentro en la calle
Er sentío se me quita,
Y me agarro a las paredes
Jasta perderte de vista.
Malhaya sea la persona
Que a mí me enseñó a querer
Que estaba yo en mi sentío
Y ahora me encuentro sin él.
Hospitalito de Cadiz
A mano derecha
Allí tenía la mare de mi alma
La camita hecha
Campanita de plata
Reloj de marfil
Como aguardaba, compañera mía,
De tu boca un sí.
Maresita mía
Yo no sé por dónde
Al espejito donde me miraba
Se le fue el azogue
Cuando me siento en mi cama
Me acuerdo de tu persona
Yo hablo con las paredes
Y quiero que me respondan
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