domingo, junio 18, 2006

EN LA CARA B

En la cara b de cierto disco grabado en 1927, transcurre un minuto y siete segundos sin que se escuche la voz del cantaor. La guitarra se cansa de desplegar falsetas y una voz jalea y se impacienta. La grabación pertenece a la obra escasa y admirada de Tomás Pavón, ese cantaor tan frágil o soberbio que se empeñó en cantar sólo cuando quiso, aunque no siempre lo consiguiera. Yo le imagino en aquel estudio de Discos Regal. La guitarra principia y Tomás presiente una sombra que acecha la habitación. Quien quiera puede llamar a esa sombra silencio o vanidad o miedo: vanidad de no dejar oír su voz al futuro de quienes no la merecemos, tentación de silencio, certeza de que se tiene que morir. Pero esa sombra es otra cosa. Tomás en ese minuto y pocos segundos siente algo que ya había sentido antes y que volvió a sentir a lo largo de su vida, pero es la única vez que ese sentimiento es apresado. Finalmente canta el fandango convenido. No ignoro que hay otras grabaciones en las que su genio musical se muestra con mayor intensidad. Pero, en todos ellas, hablamos de lo dicho, de lo presente, y ese fragmento fotografía lo callado, lo ausente, el fantasma. Por las fechas en que Tomás contemplaba el fantasma en aquel estudio de Barcelona, un poeta que ni nombra ni conoce al fantasma escribía, sin embargo: “Sucede que me canso de ser hombre” Tomás también se cansaba de ser hombre y pasó muchas horas en iglesias en las que no creo que buscara a Dios sino la intimidad del fantasma. Yo, por mi parte, intento no buscar pero siempre encuentro al fantasma.

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