
Un mapa hecho enteramente de callejones sin salida, unos ojos cansados de escribir, una mirada al río como si lloviera en Cádiz, un paso de peatones junto a una estatua de Cervantes, la espuma de los días, un puño que nadie se agacha a recoger, un hombre y una mujer que se cruzan por los pasillos mirando al suelo, unas lágrimas, unas palabras y todo es nada o muerte o chiste. Un chiste:
“Van dos amigos andando por el puente de Triana. Se cruzan con una mujer. Uno le dice al otro:
- A esa mujer no me la tiro ni por un millón de pesetas.
- Tío, es mi mujer- dice el otro.
- Bueno, por un millón de pesetas...
- Que es mi mujer, tío.
- Ay, yo qué sé. Déjame”.