sábado, abril 24, 2010

jueves, abril 15, 2010

canciones idiotas cantadas por fantasmas

si tuviera que asaltar el banco más vigilado de europa y si pudiera elegir libremente a mis compañeros e fechorías, escogería a un grupo de cinco poetas. cinco poetas verdaderos, apolíneos o dionisíacos, da igual, pero verdaderos, es decir con destino de poetas y con uan vida de poetas. no hay nadie en el mundo más valiente que ellos. no hay nadie en el mundo que encare el desastre con mayor dignidad y lucidez. son , en apariencia, débiles lectores de guido cavalcanti y de arnaut daniel, lectores del desertor arquíloco que atravesó un campo de huesos y trabajan en el vacío de la palabra, como astronautas perdidos en planetas sin salida posible, en un desierto donde no hay lectores ni editores, sólo construcciones verbales o canciones idiotas no cantadas por hombres sino por fantasmas. en el gremio de los escritores son la joya más grande y menos codiciada. cuando un enloquecido joven de dieciséis años decide ser poeta, es desastre familiar seguro. judío homosexual, medio negro, medio bolchevique, la siberia de su destierro suele cubrir de oprobio también a su familia: los lectores de baudelaire no lo tienen fácil en la eso, ni con sus compañeros de clase ni, mucho menos, con sus profesores. su fragilidad, sin embargo, es engañosa. también su humor y las manifestaciones caprichosas de su amor. tras esas sombras vagas se encuentran los tipos más duros del mundo y seguramente los más valientes. no por nada descienden de orfeo que marcaba la cadencia de los remos de los argonautas y que bajó al infierno y volvió a subir, menos vivo que antes de la hazaña, pero vivo al fin y al cabo. si tuviera que asaltar el banco más protegido de américa, en mi banda sólo habría poetas. el atraco concluiría, probablemente, de forma desastrosa, pero sería hermoso.
roberto bolaño. la mejor banda

lunes, abril 05, 2010

“La vida moderna causó dolor en la psique y múltiples formas de las crisis de identidad personal, que hacia finales del siglo XIX haría posible el descubrimiento de lo inconsciente por parte del psicoanálisis. Es aquí donde podríamos localizar el lugar de una profunda alienación de la persona frente a su ambiente y la mencionada retirada de la intimidad. Y el cante flamenco se puede y se debe considerar como manifestación de ese estado emocional deteriorado – que tanto se refleja en el romanticismo tardío – y uno de esos actos a través del cual el hombre expresa su dolor de manera personal, escrupulosa y jonda.” G. Steingress

viernes, abril 02, 2010

el amor - el miedo - el asco

es 1970. una mujer con el pelo color rojo intenso está sentada a varias filas de distancia de la pantalla de un cine. a su lado se senta una niña con un vestido. acaba de empezar una película de dibujos animados. los ojos de la niña se meten en los dibujos. detrás de la mujer sólo hay oscuridad. un hombre se sienta a su lado. se inclina hacia delante. sus manos se enredan en el pelo de la mujer. juega con su pelo en la oscuridad. el reflejo luminoso de la proyección parpadea sobre las caras del público: los ojos de la mujer brillan por culpa del miedo. está sentada, completamente inmóvil. el hombre juega con su pelo rojo. la niña no mira en esa dirección. los dibujos animados, los anuncios de las próximas películas y el estreno duran casi tres horas.
animalitos inexpresivos. david foster wallace

jueves, abril 01, 2010

el umbral del dolor

Vamos andando por el pasillo de un hotel, guiados por alguien. Quien nos guía se detiene ante la puerta de una habitación y nos manda guardar silencio con un gesto. Abre la puerta ante la que se ha parado y se asoma al interior. No logramos ver nada, excepto que la habitación está a oscuras. Se escucha el ruido de un cristal al romperse. Quien nos guía asiente, se retira de la puerta y nos invita a pasar. Lo hacemos. Al cabo de un instante, un mechero enciende un cigarro e ilumina el rostro de una mujer, que está de pie encima de la cama. MARÍA. …Siempre. Yo pasaba… Pasaba por allí cada… cada día… temprano. Cada día, a la misma hora. Cada… Se enciende la luz del cuarto de baño, cuya puerta estaba abierta. A contraluz, surge la figura de un hombre. MARÍA. (Sin reaccionar a la presencia de él, pero repentinamente enfadada con su propio relato.) Siempre. ¡Siempre! SIEMPRE. Y no pasaba nada. ABSOLUTAMENTE NADA. O sea, cada día… lo mismo. ¡Lo mismo! Idénticos. Variaba el clima y… variaba mi ropa y… y… como una cosa y su reflejo, como… como… El hombre avanza y queda a los pies de la cama. MARÍA. (Indiferente al movimiento del hombre.) Igual. Siempre sonriendo, siempre… Cada día. Siempre. Y yo…él… parecía… Yo pasaba y él sonreía y yo… A veces, llovía porque… a veces, llueve como para… curarnos de… Y otras veces… escampa. Ella calla y lo mira por primera vez. Le sonríe. Él acaricia la pierna de ella. Su mano se demora en la rodilla y luego asciende hasta la entrepierna. Entonces, ella lo rechaza violentamente. Él vuelve a la puerta del baño. Agarra el pomo y balancea la puerta como si se estuviera acunando o decidiendo el resto de su vida. Cierra de un portazo, pero queda fuera del cuarto de baño. Emite un sonido extraño, como un gemido o una maldición ahogada. Se inclina hacia la puerta, apoyando en ella su cabeza. MARÍA. Cuando llovía, él… él llevaba un… un… Yo le… le hacía un gesto, a veces. Mientras esperaba que el semáforo cambiara. O le sonreía. Alguna… ABEL. María... Hay un silencio breve, como el picotazo de una avispa. MARÍA. (Ignorando la llamada de él.) Alguna vez bajaba la ventanilla y él… él… a veces, bailaba… cuando… cuando no llovía. Y también cuando llovía. Bailaba con el paraguas medio roto y… Él abre la puerta del baño y entra. Luego, cierra violentamente y queda dentro. Ella se levanta y agarra la ropa de cama. La rabia le lleva a echársela por encima y manotear. Parece un boxeador fantasma que lucha contra un rival invisible. MARÍA. Estoy… ESTOY HABLANDO. HABLANDO. INTENTANDO CONTARTE… DECIRTE QUE… y… ME IMPORTA UN CARAJO, UN CARAJO ¡¡¡UN CARAJO ¡!! si lo que digo te parece … ¿TE ENTERAS? ¿TE ESTÁS ENTERANDO? ¿TE…? YO… YO… YO HE ESCUCHADO… ESCUCHADO TODAS TUS TEORÍAS SOBRE… sobre… Teorías… que… hasta… hasta que caes en la cama o vomitas o lloras y yo... yo… NECESITO… AHORA, NECESITO… NECESITO QUE… Ella deja de boxear. Se quita la sábana de encima lentamente y avanza hacia la puerta del cuarto de baño. La abre un centímetro, como para asegurarse que él escucha lo que dice. MARÍA. Esta mañana, yo… yo… el semáforo estaba en rojo y… y he parado y… Él estaba al lado de mi coche. Me ha hecho un gesto para que… para que bajara la ventanilla… y yo… yo… a lo mejor negué con la cabeza. Creo que no… creo que… Hacía frío y… y… no abrí. Como otras mañanas… lo mismo… lo… Entonces él… él… me… me ha mirado y… y… y… y… (Gime.) …me han caído encima… los… los… yo… cuando he abierto los ojos, yo… Él sonreía. Sonreía, como si todo… como si hubiera sido una broma. Una broma. Todo. El cristal roto y la rutina y… y la vida. La vida entera había sido una broma y ahora nos íbamos reír y todo… todo iba a empezar de nuevo. De nuevo. Sin… sin… (Débilmente.) sin… Silencio. MARÍA. Cuando… cuando abrí los ojos, creo que quise… quería estar… quería que él… quería que me pegara o que… quería… no lo sé… o no haberlos abierto… o estar desnuda en un arcén o… creo… no lo sé… no lo sé… Yo… no sé lo que… lo que… tenía que verte y… ahora… no quiero que creas que… Yo soy… soy… feliz … y tú tienes a… y tu hijo es… seguro que es… yo… yo… quiero estar… tranquila. Tranquila. Quiero tener un hijo y… Se escucha al hombre llorar. MARÍA. Yo no… no quería que… yo…me voy a…me… Sin hacer ruido ninguno, recoge su ropa y sus zapatos. Abre la puerta que da al pasillo y la cierra luego, quedando dentro de la habitación. Se tapa la boca con las manos para ahogar un sollozo. Espera. Pero no pasa nada. Abre nuevamente la puerta de salida y sale de la habitación, dejando la puerta encajada. Quien nos guió por el pasillo hasta la habitación sale tras ella, pero no nos indica que le sigamos.
Texto escrito para la celebración del Día Mundial del Teatro organizada Alfonso Zurro.
Interpretado por María y Pablo Sevilla, febrero 2010