domingo, mayo 21, 2017
De niño, yo era melancólico -que es una forma
poética de decir que era un llorón-. Cuando mis padres salían por la noche y me
dejaban en casa de algún familiar, yo lloraba porque los echaba de menos. Esto
es medianamente habitual a esas edades. Pero no lo es tanto el que, cuando por
fin nos pudimos permitir pasar unos días de agosto en la playa, yo me pusiera a
llorar en la cama con mi padre y mi madre a mi lado porque echaba de menos mi
casa.
El niño melancólico que yo era, entró en el San
Francisco de Paula en lo que entonces se llamaba segundo de EGB. Mi familia
hizo un gran esfuerzo económico por darme la que consideraban mejor formación
posible. Mi padre conocía bien el colegio porque trabajaba en una oficina que
estaba en la primera planta de la calle Alcázares, justo encima de lo que hoy
es el bar La bañera. Ese primer año, en el recreo, yo me iba a las ventanas que
daban a esa calle y miraba en dirección al despacho de mi padre con ojos
llorosos. Sí, durante las clases, también echaba de menos mi casa. Mi padre no
tenía más remedio que bajar e intentar consolarme.
Cuando tenía catorce años, tuve una seria
conversación con él en la que le comuniqué que quería estudiar el bachillerato
en un instituto cercano a mi casa (yo vivía en Triana). Mi padre, como ha hecho
siempre, aceptó mi decisión aunque no la compartiera. Así que entré en el
colegio por decisión paterna en segundo y salí tras terminar octavo por
decisión mía. La pubertad y sus cambios me habían hecho sentirme un extranjero en
mi propia vida y sentía que cambiar de aires me haría encontrar mi lugar.
En todos estos años, no había vuelto a pensar
en aquella decisión, pero la invitación de colaborar en la revista me ha hecho
fantasear con el que yo hubiera sido de no haberla tomado. No se me
malinterprete. En el Instituto Bécquer tuve algunos profesores magníficos,
otros normales y algunos pésimos, como ocurre en todas partes. Además, hice
amigos que aún conservo y, en él, empezó mi afición por lo que hoy es mi
oficio: el teatro. Pero, como en toda encrucijada, hay otros caminos y el que tomas no es el único y, quizá, no
es el mejor; quizá hay otros caminos dulces de caminar o, al menos, es dulce
imaginar qué habría sido de mí si los hubiera transitado.
Por eso, invento ahora una vida paralela en la
que, al contrario que mi primer amor del instituto –Aurora- no me concedió una
cita en todo el mes que supuestamente fuimos novios; en el colegio me hubiera
dicho sí a la primera una chica de mi clase, llamésmola Nadia como la amada de
Miguel Strogoff, libro que leía incansablemente en mi infancia. Y yo, correo
del zar, correo del azar, correo del azahar, la habría besado en abril,
descubriendo las primeras delicias del amor. También habría habido un profesor
de matemáticas que hubiera hecho a este niño melancólico y luego adolescente
extranjero, comprender y disfrutar las matemáticas; esa arquitectura de
abstracciones que, aún hoy, siguen
siendo un misterio y un fastidio para mí. Y, puestos a inventar, aquella
profesora de música (¿me estoy inventando también su nombre, Lola?) habría
convencido a mi madre de que estudiara solfeo y guitarra, y hoy mi amor por la música sería aún más
pleno.
Dicen que el pasado no se puede cambiar, pero
yo no lo comprendo así. Nuestro presente reescribe lo que fuimos, le da nueva
forma y sentido. Así que no descarto empezar a estudiar solfeo o atravesar la
estepa por amor o entender por fin qué diablos es un logaritmo neperiano.
Por cierto, seguí sintiéndome un extraño en el
instituto y, aún hoy, hay días en que esa sensación vuelve; pero ya no me puedo
cambiar de colegio.
miércoles, mayo 10, 2017
VI UNA CHICA LLORANDO EN EL CARRIL BICI
Vi una chica llorando en el carril bici.
Estaba en José Laguillo,
acababa de pedir una cerveza en la barra,
me di la vuelta para sentarme en una mesa alta y la vi.
Pedaleaba y lloraba.
No sollozaba,
no hacía muecas,
sólo pedaleaba y lloraba.
Ella no me vio porque miraba al frente,
concentrada en llorar o en dejar de llorar,
eso no lo sé;
pero sí que siguió llorando, al menos, hasta que yo dejé de verla.
Entonces, me acordé de mí mismo llorando,
también en el carril bici,
pero en otra parte de la ciudad.
Fue hace un año y medio,
yo también lloré mientras pedaleaba.
No sé si sollocé,
no sé si hice muecas,
ni si alguien me vio justo después de pedir una cerveza
y sintió piedad de mí,
como yo la he sentido de ella.
Sólo sé que, entonces, yo también pedaleaba y lloraba.
viernes, diciembre 02, 2016
el realismo
hubo una época en que lo sabíamos. antes creíamos que cuando el texto decía "en la mesa había un vaso de agua", es que existia una mesa y un vaso de agua encima, y solamente teníamos que mirar el mundo-espejo del texto para verlos. pero todo eso terminó. parece que el mundo espejo se ha roto de forma irreparable.
(...)
había una época, creemos, en que podíamos decir quiénes éramos. ahora no somos más que actores que recitamos nuestros papeles. el fondo ha desaparecido. podríamos decir que se trata de un giro trágico de los acontecimientos, si no fuera porque es difícil sentir respeto por lo que fuera que hacía de fondo y que ahora ha desaparecido.
elizabeth costello. j.m. coetzee
(...)
había una época, creemos, en que podíamos decir quiénes éramos. ahora no somos más que actores que recitamos nuestros papeles. el fondo ha desaparecido. podríamos decir que se trata de un giro trágico de los acontecimientos, si no fuera porque es difícil sentir respeto por lo que fuera que hacía de fondo y que ahora ha desaparecido.
elizabeth costello. j.m. coetzee
cuadro de henry flórez
martes, octubre 11, 2016
algunos poemas de ku on
Más allá
¿Cómo vivir
sin ti?
Versión de Joung Kwon Tae - Revisada por Isabel R. Cachera
De "108 poemas Zen" Editorial Casariego 2005
Olas
Mira, ¿acaso todas las olas se mueven
porque una sola empieza a moverse?
No
Simplemente se mueven todas a un tiempo
Todo ha sido una equivocación
desde el principio
Versión de Joung Kwon Tae - Revisada por Isabel R. Cachera
De "108 poemas Zen" Editorial Casariego 2005
Simplemente
Se dice que seguimos
el camino que cada uno ha tomado
porque alguien nos dijo que lo tomemos
se dice que el agua que fluye simplemente
por el valle
está fluyendo
porque alguien le dijo que lo hiciera
Qué pobre es la sabiduría humana
Versión de Joung Kwon Tae - Revisada por Isabel R. Cachera
De "108 poemas Zen" Editorial Casariego 2005
sábado, junio 18, 2016
REAPROPIACIONES
PUAL CELAN ESCRIBIÓ:
Fuga de la muerte
Negra leche del alba la bebemos por la tarde
la bebemos al mediodía por la mañana la bebemos por la noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en el aire allí se reposa sin angostura
un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe
escribe cuando oscurece a Alemania tu cabello dorado Margarete
escribe y sale da casa y refulgen las estrellas silba a sus perros
silba a sus judíos les hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena hacer música para el baile
la bebemos al mediodía por la mañana la bebemos por la noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en el aire allí se reposa sin angostura
un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe
escribe cuando oscurece a Alemania tu cabello dorado Margarete
escribe y sale da casa y refulgen las estrellas silba a sus perros
silba a sus judíos les hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena hacer música para el baile
Negra leche del alba te bebemos por la noche
te bebemos por la mañana y al mediodía te bebemos por la tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe
escribe cuando oscurece a Alemania tu cabello dorado Margarete
/tu cabello de ceniza Sulamita cavamos una fosa en el aire allí se reposa sin angostura/
te bebemos por la mañana y al mediodía te bebemos por la tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe
escribe cuando oscurece a Alemania tu cabello dorado Margarete
/tu cabello de ceniza Sulamita cavamos una fosa en el aire allí se reposa sin angostura/
cavad más profundo en el suelo unos cantad otros tocad
echa mano al arma en su cinturón la esgrime sus ojos son azules
hincad con más profundidad las palas otros tocad para el baile
echa mano al arma en su cinturón la esgrime sus ojos son azules
hincad con más profundidad las palas otros tocad para el baile
Negra leche del alba te bebemos por la noche
te bebemos al mediodía y por la mañana te bebemos por la tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa tu cabello dorado Margarete
tu cabello de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
él grita tocad con más dulzura la muerte la muerte es un maestro de Alemania
/él grita tocad más sombríamente los violines entonces ascenderéis al aire como humo/
entonces tenéis una fosa en las nubes allí se reposa sin angostura
te bebemos al mediodía y por la mañana te bebemos por la tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa tu cabello dorado Margarete
tu cabello de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
él grita tocad con más dulzura la muerte la muerte es un maestro de Alemania
/él grita tocad más sombríamente los violines entonces ascenderéis al aire como humo/
entonces tenéis una fosa en las nubes allí se reposa sin angostura
Negra leche del alba te bebemos por la noche
te bebemos al mediodía la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos por la tarde y por la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania y su ojo es azul
te alcanza con una bala de plomo te alcanza sin equivocarse
un hombre vive en la casa tu cabello dorado Margarete
azuza a sus perros sobre nosotros y nos regala una fosa en el aire
él juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos al mediodía la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos por la tarde y por la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania y su ojo es azul
te alcanza con una bala de plomo te alcanza sin equivocarse
un hombre vive en la casa tu cabello dorado Margarete
azuza a sus perros sobre nosotros y nos regala una fosa en el aire
él juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro de Alemania
tu cabello dorado Margarete
tu cabello de ceniza Sulamita.
YO ESCRIBO EN MI CUADERNO:
"EL DOLOR ES UN MAESTRO QUE VIENE DE LA INFANCIA"
martes, febrero 09, 2016
RESPUESTA A ALBERTO CORTÉS POR DAVID (MONTERO) AL MODO DE DAVID (FOSTER WALLACE)
alberto cortés me pide de manera informal que escriba algo de "gente de videos de Youtube en problemas" en un comentario a un post mío en facebook. luego me manda un abrazo y me desea suerte en "esta nueva etapa". yo me tomo esta petición informal como un encargo. esto (este post en mi blog) es el segundo capítulo de dicho encargo.
cuando vas a subir un vídeo a youtube, te invita a que le pongas las etiquETAs que quieras y te da tres ejemplos: "albert einstein, gatitos, comedia"
siempre me ha llamada la atención esa breve enumeración aparentemente azarosa, pero que no es en absoluto azarosa.
tengo varias hipótesis que explican que sean esos, elementos, precisamente esos y no cualquiera otros los que se dan como ejemplos:
1.- son una receta de felicidad garantizada: relatividad, ternura, risas
2.- son un mensaje de los dioses: vuestra mente es como un paracaídas (einstein), no se abrió (gatitos) y acaba de fallecer (comedia).
3.- son lo que realmente le interesa a las masas (siempre y cunando einstein sea sinecdoque de pornografía)
4.- son el mantra que decía cada noche antes de dormir adolf hitler.
hoy martes 9 de febrero a las 10.30h he buscado en youtube "albert einstein, gatitos, comedia". y el primer video que me ha aparecido es éste:
el susodicho vídeo
la única información que de da quien ha realizado y subido el vídeo (suponiendo que sean la misma persona) es: "tenía ganas de hacer esto ok" (sic). y los comentarios (6):
- "saca más vídeos, hijo de fruta" (sic)
- "like si vienes pro hola soy german" (sic)
- "te copias de thous, bendido" (sic)
- "crema"(sic)
- "best cry ever" (sic)
- "qué vídeos de mierda me desuscribo" (sic)
pasemos a analizar contenidos. el vídeo dura 27 segundos.
los 7 primeros segundos se ven loops breves fragmentos de algo que parece ser una teleserie norteamericana en la que un ciudadano de color-afroamericano-niger with glass habla a otro ciudadano de color-afroamericano-niger without glass. de ambos sólo vemos los bustos y, hasta donde podemos ver, visten prendas deportivas. podría ser no llevaran más ropa, pero nos inclinamos por pensar que el resto del cuerpo lo llevan cubierto también por prendas deportivas. quien habla parece lamentarse y, entre los loops, creeemos distinguir que dice "somewhere". luego, a parte del loop se usan efectos en los que sólo se ve un trozo de la pantalla o algún filtro durante otros 4 ó 5 segundos y desembocamos en el llanto de quien escuchaba: ciudadano de color-afroamericano-niger without glass. a partir de ahí, el vídeo pierde interés porque sigue manipulando la imagen y el sonido del llanto del ya citado hasta concluir. no sin antes dejarnos oír un sonido como de cristales rotos.
domingo, agosto 23, 2015
LA FELICIDAD DEL PROBADOR/LA FECLICIDAD DEL CUADERNO
a veces pienso en el texto que se publica como en la ropa que terminas por comprarte: uno (o una) pasea por la tienda acumulando ropa, se mete en el probador y se va mirando con esas ropas al espejo y va disfrazando su "yo", desechando los disfraces que menos le satisfacen por el capricho, la moda y la coquetería. uno (una) acaba comprando alguna/s de esas ropas y nunca nadie (excepto quien te acompaña) verá esas otras versiones-disfraces-yoes. del mismo modo, un texto es una de las tentativas que se hace, las otras quedan en intimidad del cuaderno. hace unos meses, escribí un texto para el el topo tabernario, lo podéis leer aquí. hoy repasando un cuaderno (probador) encontré una tentativa desechada como ropa que abandoné en el probador. dice:
"cada hombre, cada mujer tiene su manera de traicionar.
¿cuál es la mía?
¿cuál es la tuya?
¿cuál es la nuestra?
esta fidelidades e infidelidades de andar por casa, del tiempo y las aceras dormidas.
este sueño de que las cosas cambien algún día en algún lugar, a ser posible en todos los lugares.
¿no hay más que traidores y fanáticos?
la revolución es como un amante caprichoso y absorbente que siempre sospecha de su amor y siempre lleva razón: nadie sostiene la lealtad y la integridad todo el tiempo.
quizá la lealtad es otra máscara de la traición,
este verso que acabo de escribir como un poema de borges,
como una peluca olvidad en el camerino,
como estas letras que me alejan en vez de acercarme al asunto...
hubo el relámpago de la idea: exacta, feliz, adecuada;
y hay este vagabundeo perezoso que confía en acabar topándose con el asunto en la tercera vuelta.
paro.
pienso.
qué coño quiero yo, YO, ¿yo?, decirles a estas personas concienciadas que leen el topo y compran verdura ecológica y van al homeópata y a manifestaciones.
qué quiero que lea X para que se enamore de mí.
cómo traicionaré la revolución en tus brazos,
cómo seré el esquirol que..."
y así se interrumpe, como una blusa que se deja caer y queda arrugada en el suelo del probador.
yo lo he releído mientras oía esto, o sea, a niño de elche (niño de leche me corrige el corrector).
viernes, marzo 06, 2015
SEXO CONSOLACIÓN DE LA MISERIA (PASSOLINI)
sexo, consolación de la miseria.
la puta es una reina, su trono
es una ruina, su reino un trozo
de mierdoso prado, su cetro
el bolso rojo de charol:
ladra en la noche, cruel y sucia,
como una madre antigua: defiende
sus dominios y su vida.
alrededor, la pandilla de chulos,
inflados y ojerosos, con sus bigotes
eslavos o de Brindisi: sí, son
jefes o regentes: traman
en lo oscuro negocios de cien liras,
guiñando un ojo en silencio, dando
contraseñas: el mundo, excluido, calla
en torno a ellos, que de él son excluidos,
carroñas silenciosas de rapaces.
pero en los deshechos del mundo nace
un nuevo mundo: nacen leyes nuevas
don de no hay ley; nace un nuevo
honor donde es honor el deshonor...
nacen poderes y nobleza,
feroces, en los tugurios apiñados,
en los sitios sin frontera, donde se cree
que acaba la ciudad y donde, en cambio,
recomienza, enemiga, recomienza
millones de veces, con laberintos
y puentes, obras y zanjas,
tras marejadas de rascacielos
que cubren enteros horizontes.
en la facilidad del amor
el miserable se siente hombre:
funda su confianza en la vida hasta
despreciar a quien tiene otra vida.
los hijos se lanzan a la aventura
seguros de estar en un mundo
que les teme a ellos y a su sexo.
es su piedad ser despiadados,
la ligereza, su fuerza,
su esperanza es no tener esperanza.
passolini
miércoles, enero 28, 2015
LA LLUVIA EN CÁDIZ
ALE.
Al día siguiente, me levanté decidido a volverme. Puse la maleta sobre la cama y empecé a
meter mi ropa. Pero, entonces, volvió a pasar: di otro salto cuántico. Y me
quedé suspendido en el aire como michael jordán, y me vi haciendo la maleta en ese piso de treinta metros
cuadrados de Badajoz. Vi el presente y vi el futuro. Me vi cogiendo el autobús y llegando a Cádiz. Vi a mi madre esperándome en la estación con cara de “yo sabía que esto iba a pasar” y vi a Irene no mirarme con cara de “yo sabía que esto iba a pasar” y me vi otra vez encerrado en mi
habitación, sin cabeza, con el verdugo de los Lannister a mi lado. Y vi el
fracaso. Lo vi. Como una lluvia que inundara todo Cádiz.
viernes, enero 02, 2015
ROMALACABEBERABECRIOLELROSO
¿Te acuerdas de los días en Tavira?
¿Te acuerdas de los desayunos en aquel lugar que estaba en un rincón de Madrid que nunca pudiste colocar en el mapa?
¿Te acuerdas de tus rodillas flaqueando cuando ella te pidió al oído que te fueras a dormir a su casa?
¿Te acuerdas de cierta plaza en la que las palomas atacaban la comida de los veladores y tu convicción de que lo que sentías era para toda la vida?
¿Y recuerdas el poema de Ernesto Cardenal que leíste en un taller de poesía cuando tenías dieciséis años? “De estos cines, Claudia…”
¿Recuerdas aquellas tres vueltas a las rotondas que hay justo antes de Conil?
¿Recuerdas aquel minuto en el mirador de San Nicolás?
¿Recuerdas cómo la miraste en Parma y en Turín?
¿Recuerdas un vestido negro y el sabor de ciertos besos?
¿Recuerdas aquella madrugada sentado en un portal de la calle José Maluquer esperando en vano a que ella viniera?
¿Recuerdas ese viaje a Úbeda los dos solos en el autobús de línea aquel 1 de enero?
¿Recuerdas el tictac del reloj?
Escribe sus iniciales,
míralas,
como una fila de cerillas puestas en fila;
las más cercanas todavía queman.
Eso eres tú.
Eso ya no eres tú.
Y otro montón de cerillas en la caja,
esperando a arder,
esperando iluminar fugazmente la galaxia.
¿Te acuerdas de los desayunos en aquel lugar que estaba en un rincón de Madrid que nunca pudiste colocar en el mapa?
¿Te acuerdas de tus rodillas flaqueando cuando ella te pidió al oído que te fueras a dormir a su casa?
¿Te acuerdas de cierta plaza en la que las palomas atacaban la comida de los veladores y tu convicción de que lo que sentías era para toda la vida?
¿Y recuerdas el poema de Ernesto Cardenal que leíste en un taller de poesía cuando tenías dieciséis años? “De estos cines, Claudia…”
¿Recuerdas aquellas tres vueltas a las rotondas que hay justo antes de Conil?
¿Recuerdas aquel minuto en el mirador de San Nicolás?
¿Recuerdas cómo la miraste en Parma y en Turín?
¿Recuerdas un vestido negro y el sabor de ciertos besos?
¿Recuerdas aquella madrugada sentado en un portal de la calle José Maluquer esperando en vano a que ella viniera?
¿Recuerdas ese viaje a Úbeda los dos solos en el autobús de línea aquel 1 de enero?
¿Recuerdas el tictac del reloj?
Escribe sus iniciales,
míralas,
como una fila de cerillas puestas en fila;
las más cercanas todavía queman.
Eso eres tú.
Eso ya no eres tú.
Y otro montón de cerillas en la caja,
esperando a arder,
esperando iluminar fugazmente la galaxia.
Escribe las iniciales de ellas:
ROMALACABEBERABECRIOLELROSO
Como un jeroglífico sin piedra roseta:
Esto es la vida.
Y la gente duerme.
Y la gente se despierta.
Y el universo permanece intacto.
David Montero
ROMALACABEBERABECRIOLELROSO
Como un jeroglífico sin piedra roseta:
Esto es la vida.
Y la gente duerme.
Y la gente se despierta.
Y el universo permanece intacto.
David Montero
martes, diciembre 16, 2014
TAPAR LA LUZ (texto para un taller de teatro en el CICUS entre marzo y abril de 2015)
"Estamos desarrollando un aliento intelectual y artístico muy corto, queremos hacerlo todo ahora y nos aburrimos al momento, todo esto va contra el teatro. El teatro consiste en ofrecer tiempo, cerrar la puerta, tapar la luz del día y pasarse tres o cuatro horas concentrado en una situación" Peter Stein
Podemos enunciar con cierta facilidad un puñado de reglas sobre interpretación, dramaturgia y puesta en escena, podemos anotarlas en un cuaderno, aprenderlas de memoria y recitarlas como una oración. Eso no nos hace saber. A hacer teatro se aprende haciéndolo. El conocimiento lo da el experimentar en uno mismo la validez o no de esas reglas; equivocarse; entrenar la intuición, la atención y la imaginación; desarrollar cuerpo, voz, emoción e intelecto para el reto de subirse a un escenario. Y no hay fórmulas. Por mucho que algunos libros y algunos profetas nos quieran convencer de ello, no las hay. Herramientas sí, y reglas, y gente que se enfrentó antes que nosotros a idénticos problemas y encontró sus propias soluciones; pero fórmulas no. Cada cual tiene que encontrar su propia manera de hacer para ponerse en pie delante de un grupo de gentes y decir y hacer cosas mientras los otros miran, cuando la luz se ha tapado y se ha ofrecido tiempo. Paradójicamente, esa luz se habrá tapado para intentar iluminar algún aspecto de este asunto que nunca ha dejado de ocuparnos, lo humano, para intentar mostrar lo invisible a través de lo visible. Por eso, como dice Peter Brook, se puede hablar de los problemas de la vivienda en la televisión, puede hablarse del cielo en iglesias vacías, pero sólo en el teatro podemos preguntarnos si vale la pena vivir en casas y por qué y si queremos ir al cielo. Da igual la forma externa que haya adoptado esa tentativa de respuesta. Desde los griegos hasta hoy, desde lo académico a lo experimental, desde el teatro de texto hasta la performance, la esencia del asunto no ha cambiado: tapar la luz y concentrarnos en una situación para intentar dar respuesta a alguna de esas preguntas que siempre nos acompañan, que nunca responderemos del todo, pero que nunca podremos dejar de responder. Y, como dejó claro Brecht, hacerlo divirtiendo.
Podemos enunciar con cierta facilidad un puñado de reglas sobre interpretación, dramaturgia y puesta en escena, podemos anotarlas en un cuaderno, aprenderlas de memoria y recitarlas como una oración. Eso no nos hace saber. A hacer teatro se aprende haciéndolo. El conocimiento lo da el experimentar en uno mismo la validez o no de esas reglas; equivocarse; entrenar la intuición, la atención y la imaginación; desarrollar cuerpo, voz, emoción e intelecto para el reto de subirse a un escenario. Y no hay fórmulas. Por mucho que algunos libros y algunos profetas nos quieran convencer de ello, no las hay. Herramientas sí, y reglas, y gente que se enfrentó antes que nosotros a idénticos problemas y encontró sus propias soluciones; pero fórmulas no. Cada cual tiene que encontrar su propia manera de hacer para ponerse en pie delante de un grupo de gentes y decir y hacer cosas mientras los otros miran, cuando la luz se ha tapado y se ha ofrecido tiempo. Paradójicamente, esa luz se habrá tapado para intentar iluminar algún aspecto de este asunto que nunca ha dejado de ocuparnos, lo humano, para intentar mostrar lo invisible a través de lo visible. Por eso, como dice Peter Brook, se puede hablar de los problemas de la vivienda en la televisión, puede hablarse del cielo en iglesias vacías, pero sólo en el teatro podemos preguntarnos si vale la pena vivir en casas y por qué y si queremos ir al cielo. Da igual la forma externa que haya adoptado esa tentativa de respuesta. Desde los griegos hasta hoy, desde lo académico a lo experimental, desde el teatro de texto hasta la performance, la esencia del asunto no ha cambiado: tapar la luz y concentrarnos en una situación para intentar dar respuesta a alguna de esas preguntas que siempre nos acompañan, que nunca responderemos del todo, pero que nunca podremos dejar de responder. Y, como dejó claro Brecht, hacerlo divirtiendo.
viernes, diciembre 12, 2014
onetti, juan carlos:
1. «No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y que no podemos engañar».
2. No es accidental que Onetti fume mucho y que fumen sin parar sus personajes. Gary Haldeman estableció que en La vida breve se fumaba treinta y nueve veces, en Para esta noche treinta y seis y en Tierra de nadie cuarenta y cinco. En los días enclenques, cuando Juan Carlos ya se encontraba muy mal de salud, prendía un cigarro y miraba cómo echaba humo. Solo miraba, no fumaba. «Tú no sabes lo que es un vicio», le decía a su mujer,...
2. En una nota a sus obras completas, Dolly recuerda que el escritor «elegía de acuerdo con su gusto o capricho a los visitantes. (...) En Montevideo era frecuente que el matrimonio dejase un papel pegado a la puerta que rezaba «No estamos, no insistir». Ya en Madrid, el autor bruñó aún más la sutileza. Cuenta Eduardo Galeano que una vez «envié a dos jóvenes amigos a ver a Juan Carlos. Llamaron y llamaron a la puerta hasta que al fin se deslizó un papelito con la letra inconfundible de Onetti por debajo de la puerta, que explicaba: “Onetti no está”».
3. A Onetti le gustaba disponer de todo a su alcance. El mundo debía ser tan grande y vasto que pudiese contemplarlo al microscopio desde el cabezal de la cama. Fueron recordadas aquellas Navidades que su hijo y su mujer aparecieron en casa con un globo terráqueo. Se trataba de un regalo largamente deseado. Onetti suspiraba por hacerlo girar y viajar a su manera doméstica, sin desplazamientos que lo agotasen, en una especie de aventura estática. Fue una decepción enorme para él «cuando vio que el globo no cabía en la mesilla de noche y tuvimos que depositarlo encima de un armario, lejos de la cama». Dolly recuerda que Juan perdió inmediatamente todo el interés por el globo terráqueo. Lo quería a su alcance y no pudo ser.
4. En la entrevista que concedió a Ramón Chao para un documental de la televisión francesa, este le preguntó si una vez que le entraba el deseo de escribir le costaba empezar, y si cuidaba la prosa: «En absoluto. Y no corrijo. Tengo de testigo a Dolly, que se encarga de marcarme las palabras repetidas y de que no queden consonancias. Los “ente” con “ente”, etcétera. Esta es su misión; después lo pasa a máquina, se lo manda a mi agente literaria Carmen Balcells y al fin, a esperar el cheque. Esa es mi vida».
5. «Nunca le interesó ejercer de escritor, sino simplemente escribir y leer. Por eso su figura se acrecienta en tiempos en los que el escritor es parte del aparato de promoción de su obra, y la literatura está mercantilizada. Hay que dar entrevistas, conferenciar, firmar libros. Él abandonó totalmente su obra», sostiene Claudio Pérez. Asumía esa derrota con tranquilidad, como si ya todo fuese inevitable, igual que en sus novelas. «Ni siquiera corregía las pruebas de sus libros». Onetti escribía y chau. No regresaba al vómito bajo ningún concepto. Un vómito, cuando es auténtico, se abandona para siempre, sin mirar atrás. Onetti no deseaba saber nada de Onetti. «Estoy harto de Onetti», le decía a algunas visitas que acudían a entrevistarlo, ávidas de conocer cosas de él.
6.- En 1981, como ganador del Premio Cervantes, tampoco tuvo Onetti más remedio que salir de casa para recogerlo. De vísperas, le confesó a la periodista Olga Álvarez en las páginas de El País: «¿Sabes, querida, lo que me gustaría hacer el jueves por la mañana? Confundirme entre la multitud, esconderme y que nadie me encuentre». Acabada la ceremonia en la Universidad de Alcalá de Henares, confesaba hace poco Dolly, «le dijo a la reina que él no iba a la fiesta posterior, que estaba cansado». Aguantó a duras penas los minutos que siguieron al acto gracias al tabaco. Cuando sacó el primer cigarro, palpó los bolsillos del chaqué y no encontró el mechero. Tenía al rey Juan Carlos al lado, y le preguntó: «¿Tienes fuego?». «No», dijo el monarca, y Onetti le dio la espalda y se fue en busca de mechero.
artículo completo de juan tallón
2. No es accidental que Onetti fume mucho y que fumen sin parar sus personajes. Gary Haldeman estableció que en La vida breve se fumaba treinta y nueve veces, en Para esta noche treinta y seis y en Tierra de nadie cuarenta y cinco. En los días enclenques, cuando Juan Carlos ya se encontraba muy mal de salud, prendía un cigarro y miraba cómo echaba humo. Solo miraba, no fumaba. «Tú no sabes lo que es un vicio», le decía a su mujer,...
2. En una nota a sus obras completas, Dolly recuerda que el escritor «elegía de acuerdo con su gusto o capricho a los visitantes. (...) En Montevideo era frecuente que el matrimonio dejase un papel pegado a la puerta que rezaba «No estamos, no insistir». Ya en Madrid, el autor bruñó aún más la sutileza. Cuenta Eduardo Galeano que una vez «envié a dos jóvenes amigos a ver a Juan Carlos. Llamaron y llamaron a la puerta hasta que al fin se deslizó un papelito con la letra inconfundible de Onetti por debajo de la puerta, que explicaba: “Onetti no está”».
3. A Onetti le gustaba disponer de todo a su alcance. El mundo debía ser tan grande y vasto que pudiese contemplarlo al microscopio desde el cabezal de la cama. Fueron recordadas aquellas Navidades que su hijo y su mujer aparecieron en casa con un globo terráqueo. Se trataba de un regalo largamente deseado. Onetti suspiraba por hacerlo girar y viajar a su manera doméstica, sin desplazamientos que lo agotasen, en una especie de aventura estática. Fue una decepción enorme para él «cuando vio que el globo no cabía en la mesilla de noche y tuvimos que depositarlo encima de un armario, lejos de la cama». Dolly recuerda que Juan perdió inmediatamente todo el interés por el globo terráqueo. Lo quería a su alcance y no pudo ser.
4. En la entrevista que concedió a Ramón Chao para un documental de la televisión francesa, este le preguntó si una vez que le entraba el deseo de escribir le costaba empezar, y si cuidaba la prosa: «En absoluto. Y no corrijo. Tengo de testigo a Dolly, que se encarga de marcarme las palabras repetidas y de que no queden consonancias. Los “ente” con “ente”, etcétera. Esta es su misión; después lo pasa a máquina, se lo manda a mi agente literaria Carmen Balcells y al fin, a esperar el cheque. Esa es mi vida».
5. «Nunca le interesó ejercer de escritor, sino simplemente escribir y leer. Por eso su figura se acrecienta en tiempos en los que el escritor es parte del aparato de promoción de su obra, y la literatura está mercantilizada. Hay que dar entrevistas, conferenciar, firmar libros. Él abandonó totalmente su obra», sostiene Claudio Pérez. Asumía esa derrota con tranquilidad, como si ya todo fuese inevitable, igual que en sus novelas. «Ni siquiera corregía las pruebas de sus libros». Onetti escribía y chau. No regresaba al vómito bajo ningún concepto. Un vómito, cuando es auténtico, se abandona para siempre, sin mirar atrás. Onetti no deseaba saber nada de Onetti. «Estoy harto de Onetti», le decía a algunas visitas que acudían a entrevistarlo, ávidas de conocer cosas de él.
6.- En 1981, como ganador del Premio Cervantes, tampoco tuvo Onetti más remedio que salir de casa para recogerlo. De vísperas, le confesó a la periodista Olga Álvarez en las páginas de El País: «¿Sabes, querida, lo que me gustaría hacer el jueves por la mañana? Confundirme entre la multitud, esconderme y que nadie me encuentre». Acabada la ceremonia en la Universidad de Alcalá de Henares, confesaba hace poco Dolly, «le dijo a la reina que él no iba a la fiesta posterior, que estaba cansado». Aguantó a duras penas los minutos que siguieron al acto gracias al tabaco. Cuando sacó el primer cigarro, palpó los bolsillos del chaqué y no encontró el mechero. Tenía al rey Juan Carlos al lado, y le preguntó: «¿Tienes fuego?». «No», dijo el monarca, y Onetti le dio la espalda y se fue en busca de mechero.
artículo completo de juan tallón
lunes, diciembre 01, 2014
quiero...
me robes los cigarrillos y que nunca tengas fuego
y contarte lo que vi. en la tele la otra noche y acompañarte al oculista y no
reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un poco
mas y mientras darte besos en la espalda y acariciar tu piel y decirte cuanto
me gusta tu pelo tus ojos tus labios tu cuello tu pecho tu culo. Y sentarme a
fumar en las escaleras hasta que vuelva tu vecina y sentarme a fumar en las
escaleras hasta que tu vuelvas y preocuparme cuando te atrasas y asombrarme
cuando te adelantas y regalarte girasoles e ir a tu fiesta y bailar hasta quedar
negro y estar triste cuando me equivoque y feliz cuando me perdones y mirar tus
fotos y desear haberte conocido desde siempre y sentir tu voz en mis
oídos y sentir mi piel contra tu piel y tener mucho miedo cuando te enojes y se
te ponga un ojo rojo y otro azul y tu pelo hacia la izquierda y
una cara de oriental y decirte que estas preciosa y abrazarte cuando estés
ansiosa y abrazarte mas cuando sufras y desearte solo con olerte y
abusarme al tocarte y gemir cuando este a tu lado y gemir cuando no este a tu
lado y babear sobre tu pecho y
no envolverte toda la noche y sentir frió cuando
me quites la manta y sentir calor cuando no lo hagas y derretirme cuando
sonrías y desintegrarme cuando rías y no entender por que crees que te estoy rechazando
cuando no te estoy rechazando y preguntarme quien eres pero aceptarte igual y contarte a cerca del ángel del árbol del niño del bosque
encantado que voló sobre el océano porque te amaba y escribirte poemas y
preguntarte por qué no me crees y tener un sentimiento tan profundo que no
encuentra palabras y querer comprarte un gatito y sentir celos de él cuando
reciba mas atención que yo y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y
llorar como un bebe cuando finalmente te vayas y vacías los ceniceros y comprarte
regalos que no quieras y llevármelos otra vez y pedirte que te cases conmigo y
que tu me digas que no otra vez pero continuar pidiéndotelo porque aunque tu
creas que no es en serio siempre fue en serio desde la primera vez y
deambular por toda la ciudad pensando que sin ti esta vacía y querer todo lo
que quieres y pensar que me estoy perdiendo a mi mismo y saber que contigo estoy a salvo
y contarte de mi mismo lo peor e intentar darte lo mejor porque tu lo mereces y
contestar tus preguntas cuando prefiera no hacerlo y decirte la verdad cuando
en realidad no quiera e intentar ser honesto porque se que tu lo prefieres y
pensar que todo se acabo pero aferrarme allí diez minutos mas que me eches de
tu vida y te olvides de quien soy e
intentar acercarme a ti porque es hermoso aprendera
conocerte y el esfuerzo vale la pena y hablarte mal en alemán y en peor hebreo
y hacer el amor contigo a las tres de la madrugada y de alguna de alguna manera
comunicarte algo de ese amor abrumador arrasador incondicional omnipresente y semipaterno
que enriquece el corazón y libera la mente ese amor eterno y presente que
siento por ti.
ANSIA de sarah Kane
"cama roja" de juan antonio canta lunes, noviembre 24, 2014
ramón y el viento
el sábado descubrí una canción y una cantante (éstas). me fui a buscar la letra, la encontré aquí y me hallé con un canto a nuestra fugacidad, a la certeza de que, al final, el viento nos llevará.
ayer, en estos extraños y fugaces lugares del facebook, me enteré que se había muerto ramón.
ramón. yo lo conocí a mediados de los noventa. en esa alameda que ya no era lo que fue, pero que no sospechaba convertirse en la que ahora se ha convertido. por allí andaba siempre. ramón era zen a su manera: se había hecho parte del paisaje. quizá por eso, parecía que iba a estar siempre allí.
pero no.
hoy ya no está.
me he acordado de aquel que yo era. y no sé si también se lo ha llevado el viento o está contenido en el que ahora escribe estas letras, que subirá luego a un blog y que compartirá en el facebook. y he pensado cosas como:
1.- cuando conocí a ramón, yo no tenía ni móvil.
2.- una noche de 1999 iba con ramón por la calle perismencheta, me robaron un móvil.
3.- un domingo en que mi vida era una mierda, me encontré con ramón en el mercadillo de la alameda y me juró que el plato que llevaba era de eiffel y que su precio era incalculable. y, por un rato, mi vida no fue una mierda.
4.- un día le encargué que me pillara. se fue, compró y volvió. y me dio la vuelta.
5.- ese "lolo" con el que nos llamaba a casi todos.
6.- una copla sobre el viento:
el querer que te tenía
el viento se lo llevó,
cuántas cosas tiene el viento
y qué poquitas tengo yo.
7.- la vez que se plantó en mi casa en julio con un abrigo de mujer y me lo quería vender. y yo le decía que para qué quería yo un abrigo de mujer en julio y él decía que tenía que ser previsor, que lo guardara para regalárselo a una novia en los reyes magos; que para enero seguro que tenía una novia y me iba a venir de puta madre el abrigo. que era mu elegante y que me lo dejaba tirado.
cosas así.
el viento nos llevará.
te tendría que haber comprado el abrigo, ramón. siempre se acaba teniendo una novia y uno nunca sabe qué regalarle por reyes.
"la culpa la tiene el viento", cantaba ramón.
y cosas así.
ayer, en estos extraños y fugaces lugares del facebook, me enteré que se había muerto ramón.
ramón. yo lo conocí a mediados de los noventa. en esa alameda que ya no era lo que fue, pero que no sospechaba convertirse en la que ahora se ha convertido. por allí andaba siempre. ramón era zen a su manera: se había hecho parte del paisaje. quizá por eso, parecía que iba a estar siempre allí.
pero no.
hoy ya no está.
me he acordado de aquel que yo era. y no sé si también se lo ha llevado el viento o está contenido en el que ahora escribe estas letras, que subirá luego a un blog y que compartirá en el facebook. y he pensado cosas como:
1.- cuando conocí a ramón, yo no tenía ni móvil.
2.- una noche de 1999 iba con ramón por la calle perismencheta, me robaron un móvil.
3.- un domingo en que mi vida era una mierda, me encontré con ramón en el mercadillo de la alameda y me juró que el plato que llevaba era de eiffel y que su precio era incalculable. y, por un rato, mi vida no fue una mierda.
4.- un día le encargué que me pillara. se fue, compró y volvió. y me dio la vuelta.
5.- ese "lolo" con el que nos llamaba a casi todos.
6.- una copla sobre el viento:
el querer que te tenía
el viento se lo llevó,
cuántas cosas tiene el viento
y qué poquitas tengo yo.
7.- la vez que se plantó en mi casa en julio con un abrigo de mujer y me lo quería vender. y yo le decía que para qué quería yo un abrigo de mujer en julio y él decía que tenía que ser previsor, que lo guardara para regalárselo a una novia en los reyes magos; que para enero seguro que tenía una novia y me iba a venir de puta madre el abrigo. que era mu elegante y que me lo dejaba tirado.
cosas así.
el viento nos llevará.
te tendría que haber comprado el abrigo, ramón. siempre se acaba teniendo una novia y uno nunca sabe qué regalarle por reyes.
"la culpa la tiene el viento", cantaba ramón.
y cosas así.
jueves, octubre 02, 2014
miércoles, septiembre 24, 2014
EL SUR
ayer hicimos la lectura escénica de INSOMNIOS, un drama familiar que escribí hace unos años.
como en todas mis noches de estreno (y da igual que sea en el maestranza que en el cachorro), me puse de los nervios. después de la lectura, algunos vinieron a decirme que la historia de esa familia le recordaba a la suya propia, que les había tocado, me dijeron cosas hermosas que recibí con orgullo y pudor. esta mañana, han llegado algunas palabras más al respecto por escrito. y, con ellas, vuelven el orgullo y el pudor.
pero no escribiría si fuera eso todo lo que hubiera ocurrido. anoche, de vuelta para casa, andando por las calles, una anciana me llamó desde el bajo de la ventana de en frente. me acerqué y comprobé que la mujer tenía una crisis nerviosa. era imposible razonar con ella. estuvo a punto de caerse un par de veces. estaban conmigo javi y noe. intentamos convencer a la mujer de que se sentara, pero no había manera. su discurso era incoherente: saltaba de decir que le acababan de pegar a que avisáramos a su hijo rafalito que vivía en frente (y señalaba a un bar cerrado) o preguntarnos que si javi o yo éramos novios de maría. por fin, descubrimos un papel pegado en la ventana con los números de teléfonos de sus hijos. y llamamos al primero. llamó noe. al saber que su madre estaba teniendo una crisis nerviosa, ese hijo dijo que él vivía en un pueblo y no podía ir. también dijo que no se hablaba con su hermano, que lo llamáramos nosotros y colgó.
¡y colgó!
colgó.
colgó.
colgó.
(podría escribirlo cien veces como cuando nos castigaban de niños y no daría idea de la perplejidad y el horror que me causó y me causa).
llamamos al otro hermano y no lo cogía.
terminé llamando a la policía. mientras javi y noe consiguieron que la señora se sentara. así que mi noche de insomnios terminó así, dando testimonio a la policía y yéndonos de allí con una pena infinita ante tal nivel de crueldad: cómo puede un hijo colgar el teléfono y volverse a la cama cuando un desconocido le llama y le dice que su madre está pidiendo auxilio.
esta mañana he sabido que ha muerto adelaida g. morales, que escribió el relato en que se basa esa película maravillosa (el sur) que cuenta la historia de una niña fascinada por su padre, un tipo callado y triste. éste, como el padre del padre de insomnios, se quita la vida al final de la película. me cuenta un amigo que adelaida murió pobre y parece que recogida por un hijo porque últimamente su cabeza no iba tan bien como había ido. yo ya siempre la imaginaré con el rostro de la anciana que anoche me pidió auxilio.
pensé mi obra sobre las familias, en esa familia en la que un hijo cuelga tras decirle a una desconocida que llame ella a su hermano, pensé en adelaida y su hijo.
la familia, ese entramado.
el teatro, ese mecanismo.
la vida, esa cosa.
por cierto, que la noche ha contado también desde otra perspectiva y con su talento habitual la noe. fusilo sus palabras, aquí tal cual con su copia y pega porque lo ha publicado en facebook y no sé cómo enlazarlo.
Anoche lo pasé realmente bien. Un baño de realidad que sabía a regaliz. No sé muy bien qué pasa. Pero algo tiene que estar pasando cuando me gusta no saber nada, y sin embargo, estoy sabiendo. Por muy contradictorio que pueda parecer, hacer teatro, tomar cervezas, hablar sobre garbanzos que se restriegan sexuales sobre un cuerpo, auxiliar a una anciana y no tener autobús a las 2:00 de la madrugada, supuso bajar a la tierra. Besar adoquines. Recordar qué. Ver, al fondo, muy al fondo, un "para qué" con forma de unicornio y de tiburón. Aún no he consigo cogerlos, pero terminaré rompiendo cristales.
Para eso es que me parieron.
Para eso es que me parieron.
Ahora sólo se que estoy aquí.
Que estoy aquí y que los demás también lo están.
Que estoy aquí y que los demás también lo están.
Que si salgo volando por los aires, tengo un colega dramaturgo que me salvará del impacto contra el suelo.
Y que si tengo hambre, tengo un colega dramaturgo que me pelará una manzana a las 3:00 de la madrugada y me hará reír hasta que me de la gana (normalmente me da la gana a mí de ciertas cosas).
Si me pica el codo, tengo unas uñas que pa qué.
Van a tener razón con eso de "vámonos, que nos vamos". Sobre todo en las calles con prioridad para el peatón. Cosa que solo saben dos o tres, o uno, pero muy alto.
Gracias a todo el elenco de Insomnio. Que sean muchas más destrucciones familiares.
Y gracias a las tostadas con queso de untar y la mermelada de fresa,
ustedes sí que saben.
ustedes sí que saben.
jueves, septiembre 18, 2014
LA FAMILIA BIEN, GRACIAS
Es la familia un
bocado ideal para artistas de cualquier disciplina que se aventuren a hincarle
el diente. Lo malo es que plato tan apetitoso suele esconder alimentos que se
atragantan, o empachan. Y para desgracia de los comensales, la mayor de las
veces va sazonado con pócimas venenosas que dan por tierra con el atrevido
devorador que pretendía darse un festín.
La familia es un
excelente laboratorio. Dramáticamente se utiliza como espejo del momento, de
crisis, de convulsiones o alteraciones sociales, etc.. Pero también como un
microcosmos desde donde profundizar en un tema, pues gracias a las
posibilidades de relaciones, sentimientos y vidas entrelazadas de sus miembros
se pueden preparar cócteles explosivos.
Las familias se muestran
felices las tardes de fiesta, juegan en el parque, a veces pasean en bici o
toman chocolate con churros…; allá cada uno con sus gustos. Lo que es común a
todas las familias es la necesidad por fotografiarse sonrientes y alegres como
para anuncio dentífrico; después enmarcarán la foto en plata repujada y la
colocarán en lugar prominente de la salita de estar.
Entre los
variopintos modelos familiares actuales, a nuestro poeta dramático, David
Montero, no le preocupan las nuevas familias del mismo sexo, ni las doblemente desdobladas,
o de acogidas, o de adopción, o de cualquier otro merengue legislativo que se
nos venga encima. El poeta deja de lado el cuerpo a cuerpo y salta al interior,
para colarse al otro lado de la fotografía de la felicidad.
Y así poder indagar
en una de las grandes fallas de estos tiempos, y es: la falsificación de
nuestras propias vidas, dominados por la mentira, el engaño y el desamor.
El amor aletea en
torno a la familia de Insomnios, es
el sueño imposible que ninguno atrapa.
En Insomnios nuestra familia no puede
descansar, siempre alterada, sin dormir, sin encontrar el descanso, la salida.
El sueño no llega.
El amor no llega.
La búsqueda del
amor. Del descanso reparador.
El imposible.
Todos ocultan.
Todos mienten. Todos quisieran dormir, soñar, amar. El fracaso golpea duro en
los corazones, y por lógico rebote en sus vidas cotidianas, trabajo…
Las sombras
acompañan a nuestros héroes, y apenas los atisbamos en sus oscuridades. Luego,
tendremos que atravesar esa oscuridad para completar el mapa de la desazón.
Y el silencio, los
silencios, lo que no se dice, lo que no se sabe, lo que no se cuenta, el
terrible silencio. La esencia dramática del gran teatro de la segunda mitad del
siglo XX. Los perfiles del silencio que van tomando forma en el imaginario de
los espectadores y terminan convirtiéndose en griteríos, llamadas, aullidos de
desesperación. Qué grande, qué importantes los silencios, marcados o no por el
autor, los que se sienten, los que sobrevuelan el drama.
Están los
personajes en un espacio cerrado, apenas dibujado por mínimos elementos
escénicos, claros y contundentes, marcas sígnicas para un espacio escénico
donde luces y sombras, intentarán concretarnos un recorrido por los laberintos
de los personajes.
Estructura
fragmentada que se recompone con contundentes y trabados microdramas que nos arrastran
del sueño pesadilla a la realidad del desvelo. A unos ojos que se reconocen
solos en la oscuridad.
Volvemos a la
soledad, ay la soledad, cada día más aprisionados en sus cadenas.
No hay un tiempo ni
un lugar geográfico concreto. El poeta con gran acierto nos coloca fuera de
localizaciones y épocas para dejar a sus personajes desnudos y lanzarlos hacia
las emociones, único terreno donde les está permitido existir.
Es este un texto
significativo dentro de la dramaturgia del no. El no, no sólo pasa a ser motivo
de acción sino el basamento en que se asientan los personajes. Niegan, niegan.
Encerrados, perdidos en un paraje agobiante de negaciones que marcan su mundo cerrado
y opaco.
Después de todo
sabemos que al otro lado de la familia, en el reverso de esa fotografía nos
encontramos el reflejo de nuestras propias falsificaciones.
El teatro de David
Montero, se va tornando más estilizado, con un aliento poético del silencio,
definido, limpio y concreto. Una excelente dramaturgia que desde Andalucía rompe
las barreras localistas, alejando tópicos y humorismos convencionales, para mirar
descaradamente hacia el actual teatro europeo.
Alfonso Zurro
sábado, septiembre 13, 2014
miércoles, septiembre 10, 2014
Sobre el duende ( a una pregunta de María en los Jardines de Murillo)
Pero ¿qué es el duende?
La pregunta se me quedó ahí en la cabeza. Pensé en la respuesta que di, porque di una respuesta, claro: siempre tengo una respuesta, una teoría para cada ocasión; y pensé que las teorías no son sino máscaras, diques que levanto entre la realidad y yo.
La realidad.
Yo.
Intento ahora exponerme, por encima de mis prejuicios respecto a la literatura buena y mala que se ha hecho en torno a esa palabra, duende, y de la sospecha de que demasiadas veces es una excusa, un engaño, un mito del que sacar rendimiento.
Recuerdo mi primer encuentro con la palabra “duende”, en el prólogo de aquella edición del Romancero gitano y el Poema del cante jondo que leí a los quince años, deslumbrado por ese disco de Camarón que me hizo caer enamorado del cante flamenco desde entonces y (ésta es de las pocas cosas seguras que tengo en esta vida) para siempre. Para mi siempre, claro. En ese prólogo, estas palabras de Lorca: “Entonces La Nina de los Peines se levantó como una loca, tronchada igual que una llorona medieval, y se bebió de un trago un gran vaso de cazalla como fuego, y se sentó a cantar sin voz, sin aliento, sin matices, con la garganta abrasada, pero... con duende. Había logrado matar todo el andamiaje de la canción para dejar paso a un duende furioso y abrasador, amigo de vientos cargados de arena, que hacía que los oyentes se rasgaran los trajes (…) La Niña de los Peines tuvo que desgarrar su voz porque sabía que la estaba oyendo gente exquisita que no pedía formas, sino tuétano de formas, música pura con el cuerpo sucinto para poder mantenerse en el aire. Se tuvo que empobrecer de facultades y de seguridades; es decir, tuvo que alejar a su musa y quedarse desamparada, que su duende viniera y se dignara luchar a brazo partido. ¡Y cómo cantó! Su voz ya no jugaba, su voz era un chorro de sangre.” Y también las citas de otros nombres míticos: Manuel Torre, Tomás Pavón, Silverio,… y me veo con dieciséis años, encerrado en mi cuarto, escuchando vinilos que eran reediciones de discos de pizarra en las que la voz del cantaor se abría paso entre el ruido y la precariedad de la tecnología de la época. Y yo las escuchaba buscando el duende, claro. Queriendo reconocerlo en algún tercio del cante, en esas letras que me hablaban de desdichas insostenibles, amores y odios extremos:
A qué niegas el delirio
Que tienes con mi persona.
Le das martirio a tu cuerpo,
Tu te estás matando solas;
Y yo pasando tormentos.
Desgraciaíto vivo
Hasta en el andar,
Que los pasitos que daba palante
Se vuelven patrás.
En un cuartito los dos,
veneno que tú tomaras
veneno tomaba yo.
Y así, esa emoción privada que surgía a veces, de ese hombre o esa mujer que me contaba su historia sólo a mí, gemelo de sus desdichas y su soledad, me recordó a otras: el golpe en el pecho que sentí al llegar a la sala del Prado donde está El descendimiento de Van der Weyden, la necesidad de cerrar el libro en mitad o al final de un poema:
Recuerdo mi primer encuentro con la palabra “duende”, en el prólogo de aquella edición del Romancero gitano y el Poema del cante jondo que leí a los quince años, deslumbrado por ese disco de Camarón que me hizo caer enamorado del cante flamenco desde entonces y (ésta es de las pocas cosas seguras que tengo en esta vida) para siempre. Para mi siempre, claro. En ese prólogo, estas palabras de Lorca: “Entonces La Nina de los Peines se levantó como una loca, tronchada igual que una llorona medieval, y se bebió de un trago un gran vaso de cazalla como fuego, y se sentó a cantar sin voz, sin aliento, sin matices, con la garganta abrasada, pero... con duende. Había logrado matar todo el andamiaje de la canción para dejar paso a un duende furioso y abrasador, amigo de vientos cargados de arena, que hacía que los oyentes se rasgaran los trajes (…) La Niña de los Peines tuvo que desgarrar su voz porque sabía que la estaba oyendo gente exquisita que no pedía formas, sino tuétano de formas, música pura con el cuerpo sucinto para poder mantenerse en el aire. Se tuvo que empobrecer de facultades y de seguridades; es decir, tuvo que alejar a su musa y quedarse desamparada, que su duende viniera y se dignara luchar a brazo partido. ¡Y cómo cantó! Su voz ya no jugaba, su voz era un chorro de sangre.” Y también las citas de otros nombres míticos: Manuel Torre, Tomás Pavón, Silverio,… y me veo con dieciséis años, encerrado en mi cuarto, escuchando vinilos que eran reediciones de discos de pizarra en las que la voz del cantaor se abría paso entre el ruido y la precariedad de la tecnología de la época. Y yo las escuchaba buscando el duende, claro. Queriendo reconocerlo en algún tercio del cante, en esas letras que me hablaban de desdichas insostenibles, amores y odios extremos:
A qué niegas el delirio
Que tienes con mi persona.
Le das martirio a tu cuerpo,
Tu te estás matando solas;
Y yo pasando tormentos.
Desgraciaíto vivo
Hasta en el andar,
Que los pasitos que daba palante
Se vuelven patrás.
En un cuartito los dos,
veneno que tú tomaras
veneno tomaba yo.
Y así, esa emoción privada que surgía a veces, de ese hombre o esa mujer que me contaba su historia sólo a mí, gemelo de sus desdichas y su soledad, me recordó a otras: el golpe en el pecho que sentí al llegar a la sala del Prado donde está El descendimiento de Van der Weyden, la necesidad de cerrar el libro en mitad o al final de un poema:
Sucede que me canso de ser hombre. Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
O aquel paseo suave en el que el tiempo cristalizó al salir del Corona Center después de haber visto La voz de la luna,
las lecturas y relecturas de Rayuela, de Sobre héroes y tumbas, del Cuarteto de Alejandría...
Estoy hablando de mí hace 23 años, más de media vida, de mi necesidad de encontrar sentido o, al menos, consuelo a ese desconcierto que me era (¿me era?) la vida.
No sé qué es el duende, pero debe parecerse a esto sobre lo que ya hablé en el post o periquito anterior.
No sé qué es el duende, pero debe parecerse a esto sobre lo que ya hablé en el post o periquito anterior.
y ya puestos, sigo sin saber del duende y estos vídeos no me lo van a explicar tampoco. pero yo disfruto con ellos. así que igual hay alguno por ahí que también.
ya paro, ya paro...
resumen:
1.- ni puta idea de qué es el duende, aunque intuyo algo: tiene que ver con eso desconcierto, con la necesidad de sentido y con el deseo de trascendencia y con lo dionisíaco.
2.- amo el flamenco.
3.- las explicaciones son inevitables.
3.- las explicaciones son inevitables.